lunes, 23 de junio de 2008

EL SALARIO JUSTO UN RETO PARA LA RESPONSABILIDAD SOCIAL. DISCURSO DEL DOCTOR GUILLERMO ARROYO EN LA EXPO MANAGEMENT 2008 DE LA CIUDAD DE MÉXICO.

Qué entendemos por Responsabilidad Social:
La responsabilidad social corporativa, también llamada responsabilidad social empresarial, puede conceptualizarse como la contribución activa y voluntaria al mejoramiento social, económico y ambiental por parte de las empresas, con el objeto de mejorar su situación competitiva, conseguir una mejor valoración de parte de sus Stakeholders e incrementar su valor agregado.
Una Empresa Socialmente Responsable es aquella que tiene el compromiso consciente de cumplir íntegramente con la finalidad de la empresa, respetando las expectativas de todos sus participantes en lo económico, social, humano y ambiental, poniendo por obra los valores éticos, que estos compromisos reclaman, por lo que la responsabilidad social corporativa va más allá del cumplimiento de las leyes, dando por supuesto su respeto y su estricto cumplimiento.
Bajo este concepto, la dirección corporativa engloba un conjunto de prácticas, estrategias y sistemas de gestión empresariales que persiguen un nuevo equilibrio entre las dimensiones económica, social y ambiental, que deberán buscar la excelencia en el seno de la empresa, atendiendo con especial atención a las personas y sus condiciones de trabajo, así como a la calidad de sus procesos productivos.
Hablar de una Empresa Socialmente Responsable, como ha podido apreciarse, va más allá del cumplimiento estricto de la normas legales, de desarrollar ciertas actividades de responsabilidad social, como son las acciones filantrópicas, constituir una fundación o llevar a cabo alguna acción análoga. Implica un compromiso de los accionistas, directivos, personal y de todos los involucrados en sus actividades, para implantar una estrategia corporativa congruente en toda la operación de le empresa, que abarque todas las áreas de la corporación y sus relaciones externas, incluso, va más allá de la mera formulación de unos valores corporativos, se requiere poner en práctica una ética empresarial y de forma holística.
Prueba de ello, son todos los aspectos, que revisan los organismos especializados para certificar como responsable socialmente a una empresa. Esta certificación, como casi todas, implica un proceso de mejora continua.
A continuación se presentan los aspectos que analiza Empresa Responsable A. C., en calidad de empresa certificadora en esta materia:
Para la Organización Internacional del Trabajo (OIT) la responsabilidad social de la empresa, con los trabajadores y la comunidad son:
  1. Servir a la sociedad con productos útiles y en condiciones justas.
  2. Crear riqueza de la manera más eficaz posible.
  3. Respetar los derechos humanos con unas condiciones de trabajo dignas que favorezcan la seguridad y salud laboral y el desarrollo humano y profesional de los trabajadores.
  4. Procurar la continuidad de la empresa y, si es posible, lograr un crecimiento razonable.
  5. Respetar el medio ambiente evitando en lo posible cualquier tipo de contaminación minimizando la generación de residuos y racionalizando el uso de los recursos naturales y energéticos.
  6. Cumplir con rigor las leyes, reglamentos, normas y costumbres, respetando los legítimos contratos y compromisos adquiridos.
  7. Procurar la distribución equitativa de la riqueza generada.
La revista Mundo Ejecutivo, nos dice refiriéndose a las empresas, que son pocas aquellas que han creado áreas especializadas para manejar la información derivada de los programas de Responsabilidad Social y más pocas aún, las que han establecido esquemas de medición y seguimiento de resultados; sin embargo, se percibe un interés creciente en este sentido.
Un reto para una Empresa Socialmente Responsable, dada la disparidad que existe en la distribución del ingreso , está en determinar con justicia y equidad la retribución del trabajo, sin perder la competividad económica. Lo que parece una contradicción, puede ser sólo una paradoja.

Justicia y Equidad en la retribución del trabajo.

Aristóteles en su ética a Nicómaco nos dice que “la justicia es la única, entre las virtudes, que parece referirse al bien ajeno, porque afecta a los otros; hace lo que conviene a otro, sea gobernante o compañero. Esta clase de justicia, entonces, no es una parte de la virtud, sino la virtud entera, y la injusticia contraria no es una parte del vicio, sino el vicio total

“Y tal es la naturaleza de lo equitativo: una corrección de la ley en la medida en que su universalidad la deja incompleta. Ésta es también la causa de que no todo se regule por la ley, porque sobre algunas cosas es imposible establecer una ley, de modo que es necesario un decreto. Pues de lo que es indefinido, la regla también lo es, y como la regla de plomo usada en las construcciones lesbias, que no es rígida, sino que se adapta a la forma de la piedra; así también los decretos se adaptan a los casos” . (Hasta aquí la cita)

El estagirita hace una distinción entre lo equitativo y lo justo, razón por la cual hace referencia al decreto, como puede apreciarse en el párrafo anterior, con lo que se podrían considerar como conceptos complementarios, como puede apreciarse a continuación: “Con esto queda también de manifiesto quién es el hombre equitativo: aquel que elige y practica estas cosas justas, y aquel que, apartándose de la estricta justicia y de sus peores rigores, sabe ceder, aunque tiene la ley de su lado. Tal es el hombre equitativo, y este modo de ser es la equidad, que es una clase de justicia, y no un modo de ser diferente” .

En estos conceptos se aclara que no todo puede estar regulado y definido por una ley y así aplicar la justicia, sino que es necesario pensar en una virtud que rebasa los rigores legales, que busca el bien ajeno no obstante que la ley lo ampare, por lo que parece bastante atinado el concepto de justicia que reza de la manera siguiente: Dar a cada uno lo que le corresponde, según sus personales circunstancias; o como dice Josef Pieper, “A cada uno los suyo” .

Distintas ramas de la justicia.

Justicia distributiva, conceptualiza la idea de comparación: “La justicia y la equidad son básicamente comparativas: se ocupan del tratamiento comparativo que reciben los miembros de un grupo cuando se reparten los beneficios y las cargas entre sí y cuando la gente es castigada por faltas que han cometido o se les recompensa por las faltas de que han sido víctimas. Aunque los términos “justicia” y “equidad” se utilizan de forma casi indistinta, solemos reservar la palabra justicia para cuestiones que son especialmente graves, aunque algunos autores han sostenido que el concepto de equidad es aún más fundamental” .

La justicia de la igualdad, pretende una repartición igual de beneficios y cargas, sustentada en la declaración de la constitución americana: todos los hombres han sido creados iguales, principio del que parte la emancipación de los esclavos, la prohibición de la discriminación, el sufragio universal, etc. Sin embrago no todos los seres humanos tienen las mismas capacidades, ni realizan el mismo esfuerzo, etc. consecuentemente la igualdad económica, no puede ser absoluta en cuanto a ingresos y riqueza, aunque si debe darse en cuanto a las oportunidades.

La justicia de la distribución, “Según esta perspectiva “capitalista” de la justicia, en términos sencillos, los beneficios deben distribuirse según el valor de la contribución que el individuo hace a una sociedad, una tarea, un grupo o un intercambio” .

Justicia basada en necesidades y capacidades. Se puede sintetizar así: “Las cargas de trabajo se deben distribuir según la capacidad de las personas, y los beneficios se deben distribuir según las necesidades de las personas” .

Justicia del Libertarismo. Se plantea como sigue: “Cualquier distribución de beneficios y cargas es justa, si es resultado de la libre decisión de los individuos de intercambiar con otros los bienes que ya posee.

John Rawls, propone para una sociedad equitativa el siguiente planteamiento:
1. Toda persona tiene el mismo derecho a las libertades básicas más amplias que sean compatibles con libertades similares para todos, y
2. Las desigualdades sociales y económicas se disponen de modo que: a) redunden en el beneficio máximo de las personas que están en más desventaja, y además b) están ligadas a puestos y funciones abiertos a todo el mundo en condiciones de igualdad de oportunidades
Rawls nos dice que el principio 1 debe tener prioridad sobre el principio 2 si llegan a estar en conflicto, y dentro del principio 2 de la parte b) debe tener prioridad sobre la parte a).

Los principios se justifican aún más, sostiene Rawls, porque son congruentes con nuestras intuiciones más profundas acerca de la justicia. Los principios que escogen las partes de la posición original coinciden con la mayor parte de las convicciones morales que ya tenemos y, en los casos que no coinciden, según Rawls, estaremos dispuestos a modificarlos para ajustarlos a los principios de Rawls una vez que meditemos sus argumentos” .

Justicia retributiva. Se plantea como castigar la culpa y premiar el mérito.

Justicia compensatoria. Se define como la obligación de restituir el daño siempre y cuando se cumplan 3 condiciones: 1. Que la acción que provocó el daño, sea incorrecta o negligente, 2. Que la causa del daño haya sido la acción en cuestión, 3. Que el daño se haya causado conscientemente.

La ética del cuidado. Dentro de la ética de los negocios, la perspectiva del “cuidado”, la tarea moral no consiste en seguir principios morales universales e imparciales, sino en cuidar y responder al bien de personas específicas y concretas con las que se tiene una relación estrecha y valiosa, lo cual deriva en que la igualdad económica, que no puede ser absoluta en cuanto a ingresos y riqueza, sin embrago, si debe darse en cuanto a las oportunidades.

La justicia en las relaciones laborales

La aplicación de la virtud de la justicia en la relación laboral, es una condición que la Responsabilidad Social, considera fundamental. El justo manejo de la relación laboral, data de la antigüedad, ya San Pablo, en el siglo I, en sus Epístolas , da instrucciones de cómo vivirla, de acuerdo a las condiciones de la época. Durante el siglo XIX, se había consumado la transición del régimen de trabajo artesanal al régimen de trabajo contractual, mutando del trabajo gremial al salarial. Surge en esa época de manera explícita, la Doctrina Social Cristiana.

Cabe aclarar que no puede ser considerada esta doctrina, como una vía adicional o como una tercera vía, para resolver los problemas de justicia social, ya que su objetivo es cuidar que se respete la dignidad de la persona, basada en el profundo conocimiento que tiene del hombre y no ofrece una solución técnica, ya que ésta corresponde a otra ciencia, exigiendo sólo dicho respeto, lo que la hace compatible con cualquier disciplina, que acepte esta condición.

Dimensión Objetiva y subjetiva del trabajo.

El trabajo, se ha contemplado con frecuencia como un castigo bíblico, siendo esta una exégesis equivocada, ya que no sólo es útil, sino además ayuda al hombre a crecer en dignidad y es el único camino para cumplir el mandato divino de “Henchid la tierra y sometedla” . El trabajo es un bien humano de incalculable valor. La Doctrina Social hace una distinción entre trabajo subjetivo y objetivo, señalando que la dimensión subjetiva es la que permite al trabajador, realizarse en su trabajo, como persona humana, superando el contenido del mismo, dimensión objetiva. “El hombre debe someter la tierra, debe dominarla, porque como es una persona, es decir, un ser subjetivo capaz de obrar de manera programada y racional, capaz de decidir acerca de sí y que tiende a realizarse a sí mismo. Como persona, el hombre es pues sujeto. Como persona él trabaja, realiza varias acciones pertenecientes al proceso del trabajo; éstas independientemente de su contenido objetivo, han de servir todas ellas a la realización de su humanidad, al perfeccionamiento de esa vocación de persona, que tiene en virtud de su misma humanidad”.

Esta forma de contemplar el trabajo, ha trazado un camino que permite reconciliar la reflexión sobre éste y su valoración, al restituirle la doble referencia de la actividad humana a su dimensión antropológica, sin limitar esta última al ámbito privado, contemplando su cabal magnitud social y reconociéndola como la “clave” de la cuestión social.

El trabajo humano puede entonces volver a aparecer como la prioridad de la dimensión subjetiva sobre la dimensión objetiva del mismo, saca al trabajo del círculo puramente mercantil y lo proyecta a la totalidad de la vida social, sin desconocer, por cierto, su dimensión económica. Al trabajar, el hombre no sólo produce bienes transables sino que se produce a sí mismo, esto es, afirma su dignidad humana. Y este aspecto no se puede reducir al ámbito del individuo privado, puesto que afecta la condición humana como tal. No se trata de preferencias, gustos, deseos o ilusiones privadas, sino de la valoración de la “praxis” como construcción de la morada del hombre en su ser-en-el-mundo .

La Doctrina Social, fundamenta el valor del trabajo en su dimensión subjetiva antes que en la objetiva, dando al trabajo un valor no sólo como satisfactor de necesidades económicas, sino que a través del concepto de dominio sobre la naturaleza, adquiere sentido y valor sólo en la medida en que ayuda a acrecentar la dignidad del hombre . Como puede verse, este aspecto está claramente especificado, en el punto 13, de los requisitos que se requieren satisfacer, para certificar a una empresa como socialmente responsable:

Que se reconozca la primacía del trabajo sobre el capital, donde las percepciones del personal sumen al menos el 50% del remanente social, promediando los últimos tres años.
“El desarrollo no debe ser entendido de manera exclusivamente económica, sino bajo una dimensión humana integral. No se trata solamente de elevar a todos los pueblos al nivel del que gozan hoy los países más ricos, sino de fundar sobre el trabajo solidario una vida más digna, hacer crecer efectivamente la dignidad y la creatividad de toda persona, de responder a la propia vocación y por tanto, a la llamada de Dios. El punto culminante del desarrollo conlleva el ejercicio del derecho-deber de buscar a Dios, conocerlo y vivir según tal conocimiento” .

Perspectivas para una justa retribución.

El trabajo se considera como el centro de la cuestión social y la aplicación del principio de equidad a las relaciones obrero-patronales, es la “clave” de la justicia en sus tres ramas: conmutativa, distributiva y legal. Además es una de las mayores preocupaciones de la doctrina social.

Los economistas aplican una serie de criterios, sobre teoría económica, para la determinación del “salario justo”, que varían según la escuela a que pertenezcan, sin embargo podemos considerar, que con sus variantes, aceptan todos, que aquel que cubra las necesidades de alimentación, salud, vestuario, vivienda, esparcimiento y ahorro para la vejez de un adulto con tres dependientes económicos, se considera como justo (neoclásicos, neokeynesianos, post-keynesianos, evolucionistas, marginalistas e institucionalistas.) .

En el caso de otras escuelas, determinan como “salario justo”, el que estará determinado por el consumo que la sociedad considere como el mínimo indispensable para la subsistencia de sus miembros. Este mínimo estará determinado por la experiencia histórica de la sociedad en cuestión, e influido por razonamientos de orden superior como son la ética dominante. Sin embargo parece ser, que hablar de consumo mínimo y de ingreso necesario para cubrir un mínimo de necesidades, no constituyen, esencialmente una gran diferencia, con el concepto de salario justo indicado.

El administrador de recursos humanos, para efecto de determinar la compensación del trabajo, realiza un estudio de análisis y valuación de puestos. Estos estudios tienen por objeto conocer a detalle todas las funciones, responsabilidades y capacidades necesarias para desempeñar un puesto. Partiendo del análisis realizado, se determina la importancia relativa que tienen los puestos entre sí, mediante la definición de cuales son los factores que deben darle valor a un puesto. Posteriormente, se otorga un valor cuantitativo a cada uno de los puestos. Una vez valuados, se realiza un ordenamiento de los mismos, para que posteriormente se pueda determinar el rango de sueldo que debe pagarse a ese puesto. Generalmente para determinar el rango de compensación que le corresponde al puesto, se toma en consideración lo que el mercado de trabajo señala, mediante encuestas que se realizan entre los distintos empleadores del mismo ramo. Con toda esa información, se fijan los tabuladores de salario por puesto, para poder compensar el desempeño.

Salario justo, conforme a la doctrina social.

El problema del salario, lo juzga la Doctrina Social desde varios ángulos, mismos que a continuación se estudian:

Los ingresos que recibe la empresa como resultado de sus operaciones, deben distribuirse prudencial y justamente, para poder lograr los fines de la misma. Dentro de esta distribución hay que tomar en cuenta que una parte debe destinarse a retribuir equitativamente al trabajo, lo que implica que por favorecer al capital, no se perjudique al trabajador y viceversa, cuidando además de no afectar el bien común.

La empresa además de pagar compensaciones equitativas por el trabajo, tiene la obligación de ser fuente de desarrollo y realización del trabajador , llevando a cabo programas de capacitación y desarrollo; fomentar y mantener la capacidad de ahorro entre los trabajadores, participarles de los beneficios, proporcionarles la seguridad social conveniente, canalizar inversiones a los sectores en donde más falta haga el desarrollo, proporcionar condiciones de estabilidad laboral, establecer criterios objetivos de evaluación para determinar ascensos y promociones. Para lograrlo tendrá la obligación de poner por obra el principio de subsidiariedad, en caso de ser necesario. Estas consideraciones no implican que se falte a la equidad, descuidando los otros fines de la empresa.

La empresa, para poder cumplir con estas obligaciones requiere que se le respeten los siguientes derechos: la libre asociación con el objeto de poder impulsar el proceso productivo, libertad para contratar, libertad para organizar el proceso productivo, libertad para elegir dónde y cuándo invertir, respeto a la unidad de la empresa, libertad para lograr la eficiencia y la eficacia de sus colaboradores, así como respeto, lealtad, cumplimiento de sus obligaciones y de sus contratos, por parte de dichos colaboradores. Posibilidad de intervenir en la vida pública, protección a la propiedad privada.

El trabajo no puede ser valorado justamente ni remunerarse equitativamente si no se tiene en cuenta su carácter social e individual. De este doble aspecto, individual y social, intrínseco por naturaleza al trabajo humano, brotan consecuencias gravísimas, por las cuales deben regirse y determinarse los salarios.

a) Sustento del obrero y de su familia. En primer lugar, hay que dar al obrero una remuneración que sea suficiente para su propia sustentación y la de su familia (Cf. Enc. "Casti connubii") Justo es, por cierto, que el resto de la familia concurra según sus fuerzas al sostenimiento común de todos, como pasa entre las familias sobre todo de labradores, y aun también entre los artesanos y comerciantes en pequeño; pero es un crimen abusar de la edad infantil y de la debilidad de la mujer.

b) Situación de la empresa. Para determinar la cuantía del salario deben tenerse asimismo presentes las condiciones de la empresa y del empresario; sería injusto pedir salarios desmedidos, que la empresa, sin grave ruina propia y consiguientemente de los obreros, no pudiera soportar. Pero no debe reputarse causa legítima para disminuir a los obreros el salario, la ganancia menor debida a negligencia, pereza o descuido en atender al progreso técnico y económico.

c) Las exigencias del bien común. Finalmente, la cuantía del salario debe atemperarse al bien público económico. Tampoco debe desatenderse otro punto, quizás de no menor importancia y en nuestros días muy necesario, a saber: que se ofrezca oportunidad para trabajar a los que pueden y quieren trabajar. Esto depende no poco de la fijación de los salarios; lo cual es una ayuda, cuando se encierra dentro de los justos límites, así por el contrario, puede ser un obstáculo cuando los sobrepasa.

d) Justas proporciones entre salario y precios. Contribuye a lo mismo la justa proporción entre los salarios; con ella se ensalza estrechamente la razonable proporción entre los precios de venta de los productos obtenidos por las distintas artes, cuales son: La agricultura, la industria, y otras semejantes. Esos bienes deben ser suficientemente abundantes para satisfacer las necesidades y comodidades honestas, y elevar a los hombres a aquella condición de vida más feliz que, administrada prudentemente, no sólo impide la virtud, sino que la favorece en gran manera'"( Cf. Santo Tomás. "De regimine principum", I, 15, Enc. "Rerum Novarum", n. 27) .

Las condiciones para certificación de Empresa Socialmente Responsable, concreta su apartado 12, de la manera siguiente:

Que el promedio de los salarios del Director General y su staff guarde una proporción equitativa, con el promedio del mismo número de los salarios más bajos en la organización. Los salarios se toman integrados y no se incluyen comisiones. La escala de compensaciones debe partir de un salario mínimo familiar digno y justo.

Al retribuir equitativamente el trabajo, mantener la planta de personal, la transparencia en la información, la igualdad de oportunidades, en otros términos, desarrollar una relación laboral justa, conforme a lo planteado, no sólo favorece a quienes colaboran en la empresa, sino que la compañía obtiene los siguientes beneficios:

• Un clima laboral sano donde se capitaliza la experiencia del personal, sustentado en la confianza en el empleo y la justa retribución.
• Crea identidad, sentido de pertenencia y orgullo en el personal, de pertenecer a una organización.
• El personal se siente estimulado, contempla el negocio como propio y desarrolla su creatividad e innovación, mejorando así la competitividad.
• El cliente y público en general, perciben la actitud proactiva y comprometida del personal, obteniendo una mayor satisfacción en el servicio o producto adquirido.

Conclusiones.

Como puede verse por lo expuesto, la aplicación del principio de equidad en las relaciones obrero patronales es por demás complejo y sería imposible establecer una fórmula y/o desarrollar una casuística, ésta resultaría inmensa y muy probablemente incompleta. No obstante, los conceptos de salario justo, son coincidentes en sus contenidos, sin embrago tanto los economistas, como los administradores de recursos humanos, reducen el problema sólo a la dimensión objetiva del trabajo, enfatizando el cuidado de la entidad económica. Explicitamente en el caso de los economistas, hablan de una ética dominante, es decir una ética consensuada y de moda, en un determinado momento o época, en una sociedad específica. Parece ser que el criterio ético recomendable para una Empresa Socialmente Responsable, es aquel que concilia intereses, aparentemente opuestos, que es congruente con la recta razón, que persigue ayudar a la persona humana a alcanzar su realización plena y a la entidad económica a lograr su bien común propio. La posición de la Doctrina Social de la Iglesia, es compatible con las diversas técnicas que busquen fijar un salario justo, ya que acepta cualquiera, y sólo pide que se considere no sólo la dimensión objetiva del trabajo, sino que también requiere, se valore la dimensión subjetiva, que se contemplen derechos y obligaciones de todas las partes involucradas, que se contribuya al bien común y no se pierda de vista la dignidad de la persona humana, ni los fines que debe perseguir toda empresa, en síntesis, se puede afirmar que pide aplicar cabalmente los principios de equidad y del bien común, pudiendo elegirse el método o técnica que más convenga.