jueves, 27 de marzo de 2008

¿Qué futuro le espera a la RSE?

La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) es un tema de actualidad. No pocas instituciones en el mundo han desarrollado ya sus propios manuales, guías, metodologías y todas compiten por ganar la aceptación del empresario y del público en general.

Hasta ahora, prácticamente todos los exponentes de la RSE utilizan los mismos criterios básicos. Podemos decir que se encuentran en un océano rojo [1] donde prevalece la competencia de unos contra otros por conseguir a las mismas empresas para certificarlas o darles consultoría.

Se plantea el compromiso de la empresa con todos los grupos de interés como son los empleados, proveedores, clientes, accionistas, comunidad y el medio ambiente; algunos también incluyen al gobierno, competidores y a otros grupos de interés secundarios. Los fundamentos se encuentran en el Pacto Global[2], Protocolo de Kyoto[3], la Declaración Universal de los Derechos Humanos[4], el Global Reporting Initiative[5] y otros criterios o estándares internacionales no menos importantes.

Por último, gran parte del debate se centra en si la RSE debe certificarse o no. La ISO ha determinado que su norma 26000 (la ISO de RSE que saldrá en el año 2010) no será certificable. En la misma línea esta la Norma Mexicana, publicada en el 2004, y así muchos de los grupos relacionados con la RSE consideran que solo se debe dar una directriz.

Por supuesto que unos exponentes tienen más éxito que otros, sobre todo cuando están avalados por organismos reconocidos. Sin embargo, la propuesta es básicamente la misma: Se propone al empresario un compromiso más allá de lo legal con todos sus públicos de interés y se apartan de la filantropía distinguiéndose de las fundaciones que ayudan a la comunidad externa a la empresa pues se dice que la RSE empieza en casa.

Nadie se quiere quedar fuera. Inclusive se ha visto que el término “empresa socialmente responsable” lo adoptan ya las empresas como slogan publicitario sin haber siquiera conocido, no digamos cumplido, con los requisitos que establecen las organizaciones que a esto se dedican.

Queda claro, que existe un riesgo de que la RSE se vuelva ligera y comercial hasta el punto que no se tome en serio y no sea más que una careta, forma sin fondo, mercadotecnia social.

Ante este panorama surge la duda sobre el futuro que le depara a la RSE y también la pregunta sobre si debiera existir una autoridad en esta materia y más aún, ¿Quién pudiera ser una autoridad válida?: ¿Es la ONU la más indicada? ¿Las universidades? ¿El gobierno? ¿El mercado? ¿La Iglesia? ¿La propia conciencia?

La propuesta de Empresa Responsable

Empresa Responsable AC (ERAC) ofrece una metodología basada exclusivamente en las directrices dadas por la doctrina social de la Iglesia (DSI)[6]. Sí tiene coincidencias con las demás metodologías porque la DSI por su universalidad también es fuente de inspiración para todas las demás organizaciones, sin embargo, en ERAC, la DSI es la única fuente de información.

La DSI da directrices basadas en el conocimiento del ser humano tal como Dios en la persona de Jesucristo nos lo dio a conocer, lo cual la convierte en una categoría aparte, siempre actual y adecuada a las exigencias de nuestro tiempo. La doctrina social de la iglesia católica, no puede ser considerada como una vía adicional o como una tercera vía, para resolver los problemas de justicia social, ya que su objetivo es cuidar que se respete la dignidad de la persona, basada en el profundo conocimiento que le han dado más de de veinte siglos de estudiar y profundizar en la antropología, permitiéndole ser una experta en humanidad. Por esta razón no ofrece una solución técnica, ya que ésta corresponde a otra ciencia, exigiendo sólo respeto a la persona y su dignidad.

ERAC ha puesto el dedo en la llaga con una guía sencilla, exigente pero totalmente viable, prueba de ello es que ya se esta implementando en las primeras empresas como en Grupo La Moderna, Tiendas Garcés y La Galería del Chocolate. Pero tal vez lo más importante es que se le permite a las empresas actuar con libertad en un proceso congruente y de mejora continua de su propia responsabilidad social.

La propuesta de ERAC logrará que haya empresas más rentables pero también que los empresarios estén contentos y satisfechos en su labor como empresarios y como personas porque se hacen solidarios con la gente, respetando su dignidad y aumentando el bien común.

En el debate sobre si se debe certificar la RSE, la propuesta de ERAC es la siguiente: “Lo que realmente importa es que la empresa inicie un proceso congruente de mejora continua de su propia responsabilidad social. El reconocimiento o la certificación es solo un signo visible de que existe un proceso interno de RSE. Pero este signo visible es necesario debido a que permite a todos los grupos de interés y en especial a los clientes de la empresa, conocer lo que la empresa está haciendo. Al final, serán las mismas empresas y sus públicos de interés los que den validez a la certificación o reconocimiento que se otorgue y ellos serán sin duda la autoridad en la materia”.

Autor: Luis E. Olivera Mtz. de Castro

Cualquier comentario sobre este articulo por favor mandarlo a leolivera@empresaresponsable.org

[1] La Estrategia del Océano Azul, W. Chan Kim, Renée Mauborgne, Harvard Business School Press, Grupo Editorial Norma.

[2] El Pacto Global (Global Compact) es un instrumento de las Naciones Unidas (ONU) que fue anunciado por el secretario general de las Naciones Unidas Kofi Annan en el Foro Económico Mundial (Foro de Davos) en su reunión anual de 1999. Su fin es promover el diálogo social para la creación de una ciudadanía corporativa global, que permita conciliar los intereses de las empresas, con los valores y demandas de la sociedad civil, los proyectos de la ONU, sindicatos y Organizaciones no gubernamentales (OGNs), sobre la base de 10 principios en áreas relacionadas con los derechos humanos, el trabajo, el medio ambiente y la corrupción. El Pacto Global se inserta en la lista de iniciativas orientadas a prestar atención a la dimensión social de la globalización. Al presentarlo Kofi Annan manifestó que la intención del Pacto Global es "dar una cara humana al mercado global".

[3] El Protocolo de Kioto sobre el cambio climático es un acuerdo internacional que tiene por objeto reducir las emisiones de seis gases provocadores del calentamiento global: dióxido de carbono (CO2), gas metano (CH4) y óxido nitroso (N2O), además de tres gases industriales fluorados: Hidrofluorocarbonos (HFC), Perfluorocarbonos (PFC) y Hexafluoruro de azufre (SF6), en un porcentaje aproximado de un 5%, dentro del periodo que va desde el año 2008 al 2012, en comparación a las emisiones al año 1990.

[4] La Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) es una declaración adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su Resolución 217 A (III), de 10 de diciembre de 1948 en Paris y que recoge los derechos humanos considerados básicos.

[5] El Global Reporting Initiative (GRI) es una institución independiente en la que participan diversas partes interesadas o grupos de interés (stakeholders) y cuya misión es elaborar y difundir la Guía para la Elaboración de Memorias de Sostenibilidad, un informe contable opcional sobre sostenibilidad.

[6] La Doctrina Social de la Iglesia (también Doctrina Social Cristiana) es un conjunto de normas y principios referentes a la realidad social, política y económica de la humanidad basado en el Evangelio y en el Magisterio de la Iglesia Católica. La doctrina social, además de dirigirse de forma primaria y específica a los hijos de la Iglesia, tiene un destino universal. La luz del Evangelio, que la doctrina social refleja sobre la sociedad, ilumina a todos los hombres: todas las conciencias e inteligencias son capaces de captar la profundidad humana de los significados y de los valores expresados en esta doctrina, así como la carga de humanidad y humanización de sus normas de acción.

miércoles, 26 de marzo de 2008

¿Debo contratar personas con capacidades diferentes y de la tercera edad?

Cuando hablamos de Responsabilidad Social Empresarial, no podemos evitar pensar en un compromiso que implique un beneficio a la sociedad, reflejado a la vez al interior de nuestras empresas. Una de las tantas acciones que queremos emprender como empresarios es la contratación de personal con capacidades diferentes y de la tercera edad. La solidaridad nos invita a buscar de manera pro-activa soluciones para emplear a estas personas en la misma proporción en que están disponibles para el trabajo. 

Tomando datos estadísticos que nos reflejan la realidad de nuestro entorno social, observamos que en el año 2000, el Censo General de Población y Vivienda de México registró que 2.85 millones eran personas mayores a 60 años económicamente activos y 538 mil personas con capacidades diferentes sí podían trabajar . En el universo de las personas mayores a 14 años (los que según la Ley Federal del Trabajo pueden legalmente trabajar) equivale al 5.2% de la población. 

Visto de otra manera, si en nuestro país solo hubiera 120 personas, sí estarían en posibilidades de trabajar cinco personas mayores de 60 años y una con capacidades diferentes.

Tristemente vemos que las personas en estas condiciones no acuden normalmente a las empresas a pedir trabajo. Inclusive las personas con capacidades diferentes, prefieren ocultarse y no salir de sus casas, como si el estar en esa condición, fuera culpa de ellos. En general, no tenemos una “cultura de las capacidades diferentes y la tercera edad”, pareciera como si estas condiciones fueran improbables, lejanas y por lo tanto no las incorporamos a nuestra realidad y pasan desapercibidas.

Y será que ¿realmente pasan desapercibidas?, sin duda no. Categorizamos la discapacidad como un mal, y tan es así, que la discapacidad esta incorporada a nuestra realidad social a través del lenguaje; en una connotación despectiva y peyorativa. Discapacidad es sinónimo de anormal, y con ese adjetivo, calificamos a los que asumimos diferentes a nosotros. Realmente no es que las personas discapacitadas, lo sean, más bien tienen capacidades diferentes, desarrollan otras habilidades mucho mejor, que las personas que nos consideramos normales. 

Si somos concientes y reflexivos, nos daremos cuenta que la necesidad de ser Empresas con Responsabilidad Social, implica un giro de nuestra perspectiva y de nuestra visión empresarial. Si las capacidades diferentes y la tercera edad son ajenas para todos en general, las empresas tampoco tendrán una estrategia de acción para asumirlas en su propia realidad. Se ha visto que la solución ha sido mirar con indiferencia y compasión a esta realidad laboral. Una Empresa con responsabilidad social no puede actuar con este paradigma, ya que no solo no daríamos solución pero si haríamos más grave el problema. 

Nuestra propuesta no es dar ayuda económica a las personas discapacitadas, sino darles empleo. Sin duda que esto representa un esfuerzo mayor, ya que para lograrlo se tendrá que buscar a la gente y adecuar sus descripciones de puesto y posiblemente las instalaciones para el personal con capacidades diferentes. De acuerdo al artículo 222 de la Ley del Impuesto Sobre la Renta, se contempla la deducibilidad de hasta 100 por ciento para quienes contraten a personas con capacidades diferentes. Además, el articulo 40 de dicha ley también contempla la depreciación en el mismo ejercicio fiscal en que se produjeron adaptaciones que impliquen adiciones o mejoras al activo fijo, como finalidad para facilitar el desempeño del personal con capacidades diferentes, incluso algunos estados dan la exención del pago del Impuesto a la Nómina.

Por otro lado, ¿Cómo podemos recurrir y hablar de Solidaridad, si no lo demostramos primero nosotros? Lo cierto es que lo que dejemos de hacer nosotros, nadie lo hará.

Al inicio de este artículo comentábamos, que al hablar de Responsabilidad Social Empresarial, no podíamos evitar pensar en un compromiso que implicara un beneficio a la sociedad, reflejado a la vez, en el interior de nuestras Empresas. Pero, ¿Qué beneficio verdadero tendrá el contratar personas con capacidades diferentes y de la tercera edad? La experiencia habla por si sola acerca de los beneficios que una empresa obtiene al llevar a cabo esta política de contratación sobre todo en el clima laboral y por lo tanto en la productividad del personal y si retomamos que el fin de la Responsabilidad Social Empresarial, es un compromiso mutuo Empresa-Sociedad y viceversa podremos comprobar de una manera más tangible el resultado de optar por nueva políticas laborales. 

Empresa Responsable AC cuenta con un reconocimiento (CRESE Certificado de Responsabilidad Social Empresarial) para las Empresas que quieren ser de verdad Socialmente Responsables, ya que contempla en uno de sus requisitos la contratación de personal con capacidades diferentes y de la tercera edad. Así la Solidaridad deja de ser teoría y se convierte en una verdadera práctica diaria.

"La libre empresa no puede justificarse únicamente por ser un buen negocio. Solo se puede justificar porque es buena para la sociedad. " 

martes, 4 de marzo de 2008

Servir: Actitud básica del Liderazgo.

Muchas empresas en América Latina y en algunas partes del mundo especialmente las Pymes se caracterizan por una ausencia de liderazgo innovador, creativo, con conocimientos sólidos gerenciales, estrategas con capacidad para enfrentar los cambios y que manejen adecuadamente las emociones, los valores que este tiempo demanda, especialmente en un escenario turbulento, riesgoso, lleno de incertidumbres como el que actualmente afronta el país.

Muchos de sus Gerentes ocupan los cargos por ser propietarios, amigos de la familia, compadrazgo, sin determinar si realmente se tiene el líder gerencial que el tiempo presente demanda, en donde los retos, los cambios, las oportunidades, amenazas, deben ser enfrentados por líderes con vastos conocimientos, capaces de manejar y motivar suficientemente a los grupos de interés o ahora llamados steakholders en pro de alcanzar la productividad y de ofrecer la calidad que la competitividad exige.

En un interesante escrito sobre estos tópicos Alex Rovira, manifiesta, que liderar consiste paradójicamente en servir. Todo desarrollo, ya sea intelectual o personal, nace cuando nos adaptamos en el ejercicio del trabajo basado en la voluntad y la conciencia a las actuaciones de cambio y crisis que nos presenta la vida. Los valores y las emociones son la fuerza que da la autoridad a un líder. “No es nuestra oscuridad, si no, nuestra luz, lo que más nos atemoriza”, asegura Alex Rovira. La adaptación es pensar: ¿qué es lo que puedo hacer con lo que me queda? “Quien tiene algo a lo que amar o alguien a quien amar, cuenta con la energía necesaria para seguir”.

Rovira asegura, que lo importante, no es lo que nos sucede, si no, la actitud que tenemos ante lo que nos sucede. Liderar es el arte de influir sobre las personas para que trabajen con pasión, en la consecución de sus objetivos. “Las emociones mueven la realidad tanto en la vida como en los negocios”.

Un buen líder debe ser un ejemplo para sus seguidores, en donde sus valores jamás pueden ser mancillados, al contrario son su avales que garantizan confianza, seguridad, integridad, autoestima, respeto.

Debe obrar con buenas acciones, cumplir con la promesa de la palabra dada, con el logro de los objetivos establecidos , dentro de una atmósfera de democracia, participación, motivación, sin dejarse tentar de las ambiciones del pode , ni darle paso a preferencias individuales, debe ver a su equipo como un todo integrado, cohesivo.

El buen líder gerencial, con valores bien definidos y puestos en práctica, además de tener un conocimiento claro de si mismo, apoyado de un constante autoanálisis de día a día, está comprometido a transformar sus debilidades en fortalezas, corregir sus errores, planificar, no improvisar, evaluar la realidad del clima que ha generado, debe saber manejar adecuadamente las emociones de sus seguidores y la propia a fin de consolidar su liderazgo, sin hacer uso exagerado del poder, ni de la amenaza.

A todo ello, se debe agregar un aspecto que muchos líderes descuidan como es su formación académica, la necesidad de contar con los conocimientos necesarios que se requieren para actuar adecuadamente de acuerdo a los requerimientos que los escenarios del presente demandan. No puede permanecer marginado de los conocimientos que se manifiestan en el diario vivir y que son necesarios para dar paso a acciones planificadas, ordenas, no improvisadas, que permitan interpretar los cambios, generarlos y afrontar las amenazas, así como saber aprovechar las oportunidades.

Por último, está el que un buen líder no debe descuidar el manejo de las emociones de sus miembros, conducirlas de tal forma, que conlleven a resultados que beneficien a todos, que le den paso a clima armónicos, constructivo, dentro de una atmósfera de respeto, pertenencia, cohesividad.

Debe sorprenderse el líder como maneja sus emociones, sus sentimientos, cuál es la imagen que proyecta de acuerdo a ellos, aspecto, que muchos líderes en el presente han descuidado y deja mucho que decir de su comportamiento, de su imagen, de lo que se espera de él.

Algo más que el simple “ego”.

Otra visión del liderazgo nos dice que servir es ser movilizado naturalmente por un sentimiento que no proviene del ego sino de un nivel más profundo de nuestro ser que tiene en vista el bien común. Para saber si nuestra actitud es la del servidor, conviene preguntarnos qué nos está llevando a actuar en determinada forma o nos motiva a proceder de cierta manera.

El servicio por ser una actitud básica del liderazgo, nos permite comprender el sentido de libertad y de desapego. Como líderes, solo podemos ser éticamente correctos en la medida que seamos servidores. Para esto, es esencial conocer nuestras capacidades y aprender a adaptarlas a las necesidades que se presentan. Por ejemplo, si tengo un enorme talento para hablar y un amigo está atravesando una situación difícil, lo más seguro es que él necesite ser escuchado. En consecuencia, correrá por mi cuenta saber administrar mi potencia. Supongamos un caso más drástico: si en una comunidad mal alimentada yo insisto en canalizar recursos y energías para prácticas deportivas, porque ellas son mi especialidad, es evidente que tan solo estoy considerando mi realización personal. Imponer aquello para lo cual estoy dotado, me impide sincronizar con el verdadero servicio y compromete mi capacidad de líder. Igualmente, cierta situación, puede despertar en mí una habilidad escondida en los recovecos del alma. Revelando así el potencial eficiente respecto a esa acción, que siempre, cualquiera de ellas es un servicio, siempre que sea compasiva, es decir, que tenga una cualidad de conciencia en la cual nos sintamos unidos al otro. Hay ocasiones que el servir puede significar decir “no” “basta “ o algo semejante. Si vivimos una situación embarazosa con un hijo o con un compañero de trabajo, es necesario que no nos dejemos intimidar por el miedo de perder a asa persona o, al menos, que no tengamos la cómoda actitud de no querer lidiar con la dificultad. El servidor sabe llegar al límite, amorosamente, para que el potencial de otro se desarrolle.

Estaremos en actitud de servidor, siempre que sepamos movernos con sinceridad al crecimiento de todos los implicados en un proceso.

Autor: Jorge Espinosa
jespinosa@empresaresponsable.org