jueves, 18 de diciembre de 2008

Exhortación Pastoral sobre la seguridad integral de nuestra comunidad

EXHORTACION PASTORAL
SOBRE LA SEGURIDAD INTEGRAL DE NUESTRA COMUNIDAD

“NUESTRA SEGURIDAD DEPENDE DE TODOS”

Introducción
Con mi fraterno saludo, me dirijo, como Obispo de la Iglesia de Toluca, a toda persona de buena voluntad que se interese por el bienestar, el progreso, la armonía, la seguridad y la paz en nuestro México.
Me dirijo específicamente también a Ustedes, mis hermanos y hermanas los católicos de esta Iglesia de Toluca, para llamarlos a reflexionar sobre el ambiente, actitudes y hechos de violencia, inseguridad y crimen, a fin de que a la luz de la Palabra de Dios y del Magisterio eclesial, nos organicemos y participemos en la búsqueda comprometida de soluciones y estrategias solidarias para revertir la inhumana situación imperante.

I.- NUESTRA RESPONSABILIDAD ANTE LA REALIDAD DE VIOLENCIA, CRIMEN E INSEGURIDAD

Nuestra seguridad personal, social e institucional está siendo amenazada de distintas maneras. Las Autoridades Nacionales y Estatales han propuesto programas y estrategias para prevenir y superar estas amenazas.
Han solicitado de la ciudadanía y de Instituciones, Asociaciones de toda índole. Entre éstas se encuentra nuestra Diócesis, que fue invitada a participar. Esta Exhortación Pastoral es una manera de expresar nuestra solidaridad con nuestro Pueblo y con sus Autoridades.

- Observación de nuestra realidad-
He podido observar las frecuentes manifestaciones de agravio y riesgo para las personas, grupos e instituciones, que se manifiestan en el crimen organizado que ha generado múltiples vejaciones, asesinatos, secuestros y “levantones” que se multiplican. El narcotráfico y, específicamente, el narcomenudeo van extendiendo sus tentáculos hasta infiltrarse en las escuelas y en nuestros hogares. Las violaciones, deshonestidad, corrupción, extorsión e incongruencias de todo tipo, se van haciendo, desgraciadamente, más frecuentes y comunes. La opresión en todos sus aspectos, la inseguridad y la desconfianza generalizada, van difundiéndose como una nueva anticultura corrosiva que destruye los valores y principios humanos.
En nuestra Patria se extiende esta contaminación criminal por muchos lugares, incluido nuestro Estado, lacerado también por el crimen y corriendo toda clase de riesgos, ante las amenazas persistentes de secuestros en distintos ambientes.
Esta situación nos interpela a todos, nos demanda atención y compromiso, a partir de una toma de conciencia objetiva, ante las circunstancias. También nos obliga a buscar unidos una solución, con un esfuerzo común. De ahí que la violencia y el crimen, por la forma que se difunden, constituyen para nosotros el desafío de hacernos corresponsables, con las Instituciones Gubernamentales de todos los niveles, de nuestra propia seguridad: “NUESTRA SEGURIDAD DEPENDE DE TODOS”.
Mi deber de Pastor de esta comunidad diocesana, es llamarles, a una reflexión seria sobre esta realidad, a mirarla con los ojos, la mente y el corazón del Buen Pastor, para asumirla y descubrir aquello en que Él mismo quiere que nos comprometamos.
Además, debo insistir que en todo momento es necesario que demos el primer lugar a una insistente oración por la paz, la armonía y la seguridad en nuestra Patria.

II.- NUESTRA REALIDAD DE VIOLENCIA, CRIMEN E INSEGURIDAD, A LA LUZ DE LA PALABRA DE DIOS.

A. Diálogo del Señor con Caín, el hermano de Abel, y con nosotros.

1. El egoísmo, raíz del fratricidio.

El egoísmo humano hace su presencia desde los inicios de nuestra convivencia fraterna. Nos lo expresa así el diálogo de Dios con Caín cuando éste acababa de matar a su hermano Abel:
“Entonces el Señor le preguntó a Caín: ¿Dónde está tu hermano Abel?”
Y Caín contestó: “No lo sé. ¿Acaso es mi obligación cuidar de él?”
El Señor le dijo: “¿Por qué has hecho esto? La sangre de tu hermano, que has derramado en la tierra, me pide a gritos que yo haga justicia. Por eso te maldice esa tierra que se ha abierto para recibir la sangre de tu hermano que tu mano derramó” (Gen. 4, 9-11).

Es la pregunta que el Señor dirige a Caín es una pregunta que también nos interpela en nuestra interioridad, en lo profundo de nuestra conciencia; no es sólo para quienes han cometido crímenes o desatado la violencia, buscando el beneficio de su propio egoísmo, vorazmente el económico, provocando toda esta embestida incalificable de injusticia, violencia e inseguridad.

Dios quiere llamarnos la atención para que afrontemos lo que hemos hecho de nuestro hermano: descuidar su educación, su formación en los valores, la solidaridad que promueva, asuma y defienda el bienestar de la comunidad; el ejercicio honesto de la justicia y cuanto requiere la sociedad entera, para su felicidad y fraterna convivencia.

2. ¿Estamos multiplicando el crimen de Caín?

El relato del crimen perpetrado por Caín no es una historia muerta; ni solamente la denuncia de un hermano fratricida. Es la circunstancia criminal que hoy se repite de distintas maneras, cuando algunos, llevados por el egoísmo, la envidia y la frustración, permiten desatar desde dentro de ellos la violencia, el crimen y la inseguridad y, en consecuencia, no respeta la vida de su hermano.
La narración del Génesis nos transmite algo mucho más profundo y real: establece el origen y la paternidad del egoísmo, también del que es ejercido por grupos y colectividades. Dicho de otro modo: muestra la calidad maldita, el origen perverso de los grupos de poder opresor o claramente criminal, que tanto daño han causado y siguen causando a la humanidad.

Al reflexionar así, encontramos el llamado a entender cómo el egoísmo humano, disfrazado de muchas formas, es, en definitiva, el responsable de los grandes males y fracasos de la historia de los pueblos y de la humanidad.
La libertad es el mayor de los dones que hemos recibido de Dios, evidentemente después de la vida. El mal uso de este don nos conduce al libertinaje, al crimen y a la destrucción del hermano, como lo hizo Caín.

Otro don singular que hemos recibido es el amor, constitutivo indispensable de nuestra libertad. La destrucción del amor es el egoísmo. La libertad sin amor es instinto, desorden (fuera de todo orden: natural, personal, familiar, social, institucional, jurídico, constitucional, moral o espiritual), en una palabra: libertinaje.

Viviendo la libertad en el amor y el amor en la libertad, nos realizamos y damos vida; damos también sentido y contenido de vida a aquellos con quienes nos relacionamos, los hermanos y, de igual manera, con cosmos. Quien procede mal es un egoísta y no ama; porque quien ama ha comprometido su libertad para realizarse en la solidaridad y la felicidad con los demás, haciéndoles el bien.

¿Qué has hecho de tu hermano? Sigue siendo un interrogante para nosotros en el mundo de hoy.

La centralidad del acontecimiento de Caín, esclavo de su egoísmo instintivo y desordenado, nos lleva a descubrir su descendencia maldita, el origen de la perversión en las personas, grupos, instituciones o estructuras de poder, que provocan la destrucción criminal.

Quienes asumen estas actitudes delictivas son responsables de tanto desastre y opresión sobre pueblos, familias y personas. Éstos continuarán en su poder hasta que los creyentes comprometidos seamos capaces de proponerles el Evangelio invitándolos a superar sus actitudes egoístas, para que juntos vivamos una sincera conversión que surja de lo más profundo de nuestra libertad y nos lleve a vivir fielmente el mandato del amor (cfr. BIBLIA DEL PEREGRINO, Notas a Génesis 4, 1-16, de L. A. Schökel).

3. ¿Quiénes son, o somos, los nuevos Caínes?

Cualquier actitud egoísta, desde sus expresiones más sencillas o sutiles, como lo es negar el saludo, la falta de civilidad, urbanidad o comedimiento, la indiferencia y rechazo, la prepotencia y el orgullo, hasta los odios, venganzas, despojos y particularmente el crimen fratricida, nos lleva a ser una expresión viviente del “Caín actual”.

Tú que formas parte del crimen organizado, escucha lo que te dice el Señor: “Caín, Caín, ¿qué has hecho de tu hermano?” ( cfr. Gen. 4, 9-10).

Ustedes señores que han malversado lo valioso de su inteligencia y otras cualidades, para usar las armas contra sus semejantes, escuchen la pregunta que les dirige Dios:
“Caín, Caín: ¿Qué has hecho de tu hermano?”

Quienes han asesinado o mandado asesinar o se han hecho cómplices en el asesinato de alguien: “Caín, Caín: ¿Qué has hecho de tu hermano?”

Aquellos que han vendido y traicionado a alguien para ser ejecutado: “Caín, Caín: ¿Qué has hecho de tu hermano?”

Ustedes, narcotraficantes, secuestradores y corruptores de menores, escuchen también la voz de Dios en su conciencia: “Caín, Caín: ¿Qué has hecho de tu hermano?”
Jueces, servidores de los ministerios públicos, o policías y agentes de seguridad que se han dejado corromper: “Caín, Caín: ¿Qué has hecho de tu hermano?”
Todos en la sociedad, incluidos quienes formamos la Iglesia Católica, que nos dejamos dominar por actitudes instintivas de egoísmo, siendo negligentes o indiferentes, simulando desconocimiento o manteniéndonos en silencio y sin compromiso ante la problemática de violencia, crimen, injusticia e inseguridad que aqueja a nuestro hermano en la sociedad actual. En definitiva, a todos, Dios, “que está más en nuestra intimidad que nosotros mismos”, nos cuestiona personalmente y como comunidad eclesial diocesana: Ustedes, los discípulos y misioneros de mi Hijo Jesucristo, “Caín, Caín: ¿qué han hecho de su hermano?”.

B. Asumir el Evangelio de la Vida, en la libertad y el amor.

El valor de la vida humana siempre ha sido reconocido por la Iglesia, a partir de la enseñanza y testimonio vivo de Jesucristo.

“La gloria de Dios es la vida del hombre”, escribió San Ireneo desde los principios de la Iglesia (Adv. haer. IV. 20. 7). La vida humana es una participación de la “Vida” de Dios quien, por amor, quiso compartirla libremente con su creatura, el hombre. La cultura de muerte en que nos estamos hundiendo poco a poco, personalmente y como pueblo, a causa de nuestra egolatría, es una forma de negarle a Dios, en nosotros, la gloria que le es propia.

La Iglesia siempre ha anunciado el “Evangelio de la Vida” proclamando la creación del hombre a imagen y semejanza de Dios, destinado a una vida plena y perfecta en el amor y la libertad (cfr. Evangelium Vitae, 7). Ha defendido que la vida pertenece sólo a Dios y únicamente a Él corresponde darla o quitarla (cfr. Sal. 32; EV. 9). Ha sostenido, proféticamente, que la vida de cada hombre es “sagrada” porque es de Dios, quien la ha creado y es su origen y destino, su fuente y su meta de realización y plenitud gloriosa (cfr. Gen. 1, 27; 2, 7).
Por si esto fuera poco, el Hijo Dios, Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, al encarnarse en María, acentuó aún más claramente el carácter sagrado de la vida humana: “La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn. 1, 14). Él nos revela cómo el Reinado de Dios (la felicidad que nos viene de Dios), es un Reinado de vida para la dignificación de todos los seres humanos: “Yo vine para que tengan y la tengan en abundancia” (Jn. 10, 10)

En tiempo de Cristo, como hoy, muchas personas sufrían y soportaban grandes violencias contra la vida humana: los pobres, los enfermos, los pecadores, las mujeres, los huérfanos, los extranjeros… La marginación, el descuido, el sufrimiento que soportaban, conmueven su corazón y suscitan en Él una profunda compasión. Su amor compasivo, misericordioso y comprometido, es su respuesta (en primera persona) ante la vida amenazada y violentada: ¡optó a favor de la vida! “Por eso la evangelización no estará plenamente realizada hasta que impregne el corazón de la cultura de nuestras comunidades y transforme nuestra sociedad por el camino de la verdad, la justicia, la libertad, la solidaridad y la paz”, como lo he afirmado desde mi primer saludo como su pastor, al llegar a entregar mi vida por ustedes, en esta amada Iglesia de Toluca (Mons. F. J. CHAVOLLA R. Saludo, Toma de posesión, 12. feb. 2004).

III.- NUESTRA RESPUESTA COMO IGLESIA ANTE LA VIOLENCIA, EL CRIMEN Y LA INSEGURIDAD.

A. Con la fuerza transformadora del Evangelio

La Iglesia, familia de Dios, impulsada por el Espíritu Santo, tiene como misión fundamental construir, con la fuerza transformadora del Evangelio, el Reinado de Dios en el mundo, un Reinado de paz, amor, justicia, solidaridad, perdón, reconciliación...

El compromiso con Jesucristo por esta misión que la Iglesia ha recibido de Él, se hace cada vez más urgente en nuestra Diócesis de Toluca, cuando cada día aparecen con más frecuencia, en nuestro entorno, realidades que, por un lado atentan y destruyen la cohesión social pisoteando la dignidad humana de un buen número de personas; y por otro, corrompen y dividen a los ciudadanos a grado tal, que la inseguridad y desconfianza de unos hacia otros se ha agudizado.

Este clima de inseguridad y desconfianza ha puesto en crisis el estado de derecho, así como los sistemas de seguridad y justicia de nuestro País y de nuestro Estado. Muchos conciudadanos han perdido por completo la confianza en aquellas Instituciones que fueron creadas para defenderlos, ya que algunas personas en ellas, se encuentran involucradas de manera absurda o, a veces, irremisiblemente intimadas y orilladas a la corrupción. Responden más cómodamente al egoísmo de sus intereses económicos y políticos individualistas, que a los intereses y derechos de los ciudadanos. En muchos de estos casos es decisiva la presión de una oferta económica.
La economía y la política no pueden estar por encima de la dignidad de la persona, la cual ha sido creada por Dios y está llamada a la felicidad. La alternancia política que vivimos, en nuestro país, nos exige la búsqueda de caminos que nos conduzcan a una verdadera reforma de nuestras Instituciones en todos los órdenes y que nos ayuden a consolidar una cultura de la vida, de la legalidad y del respeto a los derechos humanos.

1. Somos a la vez ciudadanos y católicos

En esta tarea, que nos incumbe a todos los conciudadanos, la Iglesia católica tiene responsabilidad por lo que hace o deja de hacer, dado que también es gestor social, puesto que sus miembros somos a la vez católicos y ciudadanos.
De ahí que nada de lo que atañe a lo verdaderamente humano puede ser extraño a los cristianos que formamos la Iglesia católica, puesto que nuestra misión personal y eclesial es continuar la obra de Jesucristo (cfr. Mt 28, 20). En este sentido y ante las circunstancias que estamos viviendo, como discípulos del Señor, nos sentimos solidarios con las víctimas de la violencia, el crimen y la inseguridad, y con sus familiares, en sus dolores y sufrimientos. Además hemos de alentar todos los esfuerzos que se emprendan de manera justa, para remediar en lo posible estas injusticias.

2. Súplica al Dador de todo don.

Alabo, y pido Dios, Dador de todo don, que bendiga a quienes realizan esfuerzos y acciones concretas, de personas o Instituciones, públicas y privadas, emprendidas con responsabilidad y valentía, a veces a costa de su propia vida, a fin de superar el grave problema del narcotráfico y la inseguridad.
En nombre de Cristo, “nuestra paz” (Ef. 2, 17), invito a los católicos y personas de buena voluntad, como lo están pidiendo las Autoridades civiles, a que nos unamos en un frente común, para alcanzar este objetivo: participar de manera activa y responsable en la concreción del acuerdo para la seguridad integral de los mexiquenses.

La tarea de la Iglesia no puede limitarse al culto. Su esencial acción evangelizadora ha de ser la buena levadura que transforme, no sólo los corazones de cada individuo, marcados por el pecado y llamados a la conversión, sino también las estructuras de nuestra sociedad que atentan contra la dignidad humana de la persona y sus derechos.

3. En sintonía solidaria con los Acuerdos oficiales

La petición expresa de colaboración que las Autoridades nos ha hecho en el Acuerdo Estatal para la Seguridad Integral de los Mexiquenses y, lógicamente, en el Acuerdo Nacional de Seguridad, me hace presentar este llamado, de manera respetuosa pero firme, a toda la sociedad civil, creyentes o no, invitándolos fraternalmente a que se involucren en las acciones determinadas por estos acuerdos. Insisto a todos mis amados feligreses diocesanos, que nos unamos para participar solidariamente en este esfuerzo a favor de la seguridad y la reconstrucción de la paz y la armonía. Inicio este llamado, a través de estas líneas, dirigiéndome a mis más cercanos colaboradores.
B. Invitación a los distintos sectores del Pueblo de Dios, en esta Iglesia particular de Toluca
1. A mis hermanos sacerdotes del Presbiterio de Toluca
- Testimonios ejemplares-
Me vienen a la memoria testimonios ejemplares de Sacerdotes que en la historia de la Iglesia universal, en México y en nuestro Estado, han luchado en defensa de los derechos humanos de nuestro pueblo, de este pueblo al que pertenecemos: Fray Bartolomé de las Casas, Fray Antonio de Montesinos, el Obispo Don Vasco de Quiroga -mejor conocido como “Tata Vasco”-, que fundó el Pueblo de San Pedro Tultepec, México; el distinguido mexiquense San José María de Yermo y Parres, que decidió dedicar su vida a la asistencia de los más pobres, cuando fue llamado por Dios, al ser testigo de cómo un cerdo se tragaba el cuerpo sin vida de un niño. El P. Miguel Agustín Pro quien se multiplicaba ofreciendo su servicio y su vida sacerdotal, sosteniendo la fe y la esperanza de muchos hermanos creyentes, durante la persecución religiosa. El testimonio ejemplar del Padre Juan Morán hijo de nuestra Iglesia diocesana, que en San Pedro el Alto, Méx., hoy perteneciente a la jurisdicción de la Diócesis de Atlacomulco, ofrendó su vida y su sangre por defender la dignidad de la mujer y de los indígenas mazahuas. El P. Urbano Ortiz quien, en San Pedro Tenayac, Temascaltepec, Méx. quien, encarnado en la problemática de su comunidad y sensible a sus necesidades, promovió, trazó caminos y trabajó por construirlos para facilitar la comunicación entre las comunidades y ayudó al progreso integral de la población.
Siguiendo la línea que asumimos en el proceso de la misión evangelizadora permanente, que nos quiere llevar de una fe basada en el encuentro personal y el conocimiento profundo de Cristo, a una fe celebrada en la Eucaristía y vivida en el compromiso con el hermano, los convoco a que no escatimen esfuerzos ni recursos para implementar, en nuestras Parroquias, Equipos Animadores de Pastoral Social. Esfuércese por formarlos siguiendo fielmente los lineamientos de la Doctrina Social de la Iglesia; capacítenlos de manera que puedan ofrecer competentemente, en cada ranchería, barrio, calle o vecindad, talleres que promuevan la cultura de la legalidad, la participación ciudadana, la denuncia, los derechos humanos, los valores y la prevención de la farmacodependencia.
- Necesidad de renovación personal y comunitaria-
Mi esperanza es que, por este medio, entremos todos en una dinámica de renovación personal y comunitaria que poco a poco repercuta en nuestras estructuras sociales marcadas por el pecado del egoísmo; que no descansemos hasta formar comunidades de laicos capacitados para generar propuestas sólidas que influyan incluso en las estrategias y políticas públicas, incidiendo responsablemente, con los valores cristianos, en los diversos ámbitos de nuestra sociedad.
- La acción pastoral desde nuestras parroquias-
También les pido que, desde las parroquias, en los programas de evangelización y catequesis, se esfuercen por orientar a los niños, jóvenes, adultos y familias, hacia la aceptación consciente y responsable de los valores humanos y cristianos. Ayúdenles también a cultivar el sentido de la legalidad, solidaridad, denuncia responsable, justicia, respeto a los derechos de los demás, prevención de adicciones y participación ciudadana.
Motiven a los Agentes de pastoral de la Parroquia (miembros de sus Consejos, Asociaciones, Movimientos, Grupos, Pequeñas comunidades…), a que tengan en cuenta en sus Planes y Programas, los criterios de esta Exhortación Pastoral. Estos criterios tendrán más eficacia si son aceptados con su carácter de transversalidad, es decir, que estén presentes y asumidos en toda acción pastoral.
- Pastoral de Rehabilitación-
De manera insistente y cordial, les exhorto a establecer vínculos directos de colaboración mutua con aquellas Asociaciones que, en nuestro territorio diocesano, respetando la dignidad humana de cada persona y sus derechos, se dedican a prevenir la drogadicción o la farmacodependencia y a remediar sus consecuencias.
Apoyo y bendigo de un modo especial, al Centro de Rehabilitación para Toxicómanos del Estado de México A.C. (CERTEMAC) atendido, desde hace varias décadas, con visión profética y testimonial de caridad pastoral, por el Padre Alfonso Carmona Ovando y un significativo número de voluntarios, sacerdotes, religiosas y laicos, que han entregado gran parte de su vida para ayudar a muchas personas a liberarse de las cadenas de la droga. Igualmente a los demás Centros que realizan con tanta abnegación esta misma tarea. A todos ellos pido estén en disposición de compartir su experiencia y conocimientos con los grupos, personas o parroquias que lo soliciten, a fin de promover y ampliar la atención y prevención de la farmacodependencia.
Al mismo tiempo, les ruego exhortar a los fieles de esta amada Diócesis, a que apoyen, material y moralmente, a las Instituciones o Asociaciones que, que con autenticidad y honestidad, se dedican a atender de manera efectiva, a quienes han caído en la drogadicción. Sin perder de vista que alguno de los nuestros puede necesitar esta ayuda.
-Profetas, pastores, guías, amigos y hermanos-
¡No tengan miedo! Recuerden que Dios nos ha puesto como Profetas, para anunciar, corregir, destruir, edificar y plantar; como Pastores para alimentar y sanar, para buscar y cargar sobre los hombros a quien llevamos de regreso a la casa del Padre; como Guías o Líderes, seguidores de Jesucristo, para ir delante del Pueblo por el camino de la verdad, la justicia, la solidaridad, la fraternidad, el amor y la paz; como Vigías para cuidar sus vidas, advertir el acecho de los lobos y ladrones de hoy y prevenir su seguridad; como Amigos y Hermanos para establecer la comunicación sincera, la relación fraterna, la caridad pastoral, la convivencia y comunión en Jesucristo. ¡No tengan miedo! ¡Cristo resucitado es nuestra fuerza! ¡Él ha vencido y vencerá!
2. A los Miembros de los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica:
- Una vida con frutos-
Entre nosotros el Señor ha sembrado la semilla de la Vida Consagrada para hacer presente su amor preferencial hacia los pobres, enfermos y necesitados de educación y formación integral. Entre los distintos ejemplos que tenemos destacamos la entrega y el carisma para la educación que el Espíritu Santo concedió a la Venerable Madre Julia Navarrete Guerrero, fundadora de las Misioneras Hijas de la Purísima Virgen María, quien por muchos años vivió en el Colegio Montessori de Toluca, donde murió santamente en 1974. La Madre Teresa de Calcuta, fundadora de las Misioneras de la Caridad, vino personalmente a Toluca para establecer una de sus Comunidades, que ha venido atendiendo día a día, desde hace tres décadas, “a los más pobres de entre los pobres”. La Madre Francisca de la Encarnación Cortina Mendoza, apoyando la inspiración de Monseñor Sebastián Berumen Silva, fue cofundadora de las Misioneras de San Juan Bautista, dedicándose a la evangelización, a través de las misiones populares, la educación y la formación humana y cristiana de apóstoles seglares en las casas-misión.
-La unión con Cristo, raíz del amor fraterno-
Toda la grandeza de la caridad de estos hombres y mujeres comprometidos con las personas, brotó de su íntima unión con Cristo y de su respuesta generosa al llamado que el Maestro les hizo a seguirlo en su caminar, hasta compartir con Él su mismo destino, pasión, muerte y glorificación.
4. A los fieles cristianos laicos de esta Diócesis.
-Testimonio de laicos comprometidos-
Nuestra Iglesia Diocesana ha contado también con el ejemplo de laicos comprometidos que, desde diferentes ámbitos y estructuras, condiciones y posibilidades, han luchado y siguen luchando por construir el Reinado de Dios en nuestro País, en nuestro Estado y en nuestra Diócesis. Sus logros e ideales se han mantenido en el silencio; algunos se han perdido por la fuerza de la imperante cultura de la muerte, del individualismo y de las formas de valorar la vida que predominan en este cambio de época.
Desde nuestra realidad diocesana, podemos recordar al Dr. Aurelio Arratia Paz, quien dedicó buena parte de su vida y de sus bienes para capacitar y educar a un buen número de campesinos de nuestra Diócesis y de varias otras, hasta que Dios lo llamó a su presencia. Con él, podemos recordar también a la señora “Elenita” Salgado de Roth, mujer apostólica, generosa y entregada, quien no sólo apoyó materialmente a la Iglesia diocesana con el terreno para la “Casa del Apostolado Seglar”, sino que ella misma impulsó directamente, junto con D. Alfonso Gómez de Orozco, las colectas en las distintas Parroquias de la Diócesis, hasta ver concluida su construcción destinada a la formación de apóstoles seglares. Es justo reconocer que lo más sobresaliente de su testimonio, como discípula y misionera de Jesucristo, es que, con su ejemplo, impulsó la vida apostólica de los laicos, dedicándose a la catequesis y misiones periódicas en las comunidades más necesitadas y alejadas de la ciudad, para promover en ellas la dignidad de la persona humana, los valores y la vivencia fiel de hijos de Dios en lo cotidiano de la vida.
Con ella, la Sra. Natalia Nogueira de Ramírez y la Srita. Rosita María Mercado González, sus compañeras, apostólicas y abnegadas, con muchos otros miembros de la Acción Católica, entre ellos los Srs. Antonio Caballero y Manuel Merino, quienes, durante varias décadas, desde la fundación de nuestra Diócesis, fueron expresión viva de la fuerza y dinamismo apostólico de los fieles cristianos laicos.
-Unidos en la construcción de una nueva sociedad-
Las actitudes de cada uno de estos hermanos nuestros me mueven a invitar a Ustedes, los fieles cristianos laicos de nuestra Diócesis, a que no pierdan la esperanza: ¡Dios está con nosotros; Jesucristo camina con nosotros, él es nuestra esperanza, nuestra fuerza, nuestra luz y salvación! El Espíritu Santo es quien une nuestras voluntades para que construyamos la unión, la paz, la justicia, la reconciliación, un mundo de respeto a la dignidad de la persona, de aprecio a la vida en todas sus expresiones, de fidelidad al hombre y de moral integral (cfr. JUAN PABLO II, Christifideles Laici, 6-7).
En esta construcción de una nueva sociedad, ninguno de nosotros puede considerarse exento de la responsabilidad, “a nadie le es lícito permanecer ocioso”. Por tal razón les convoco a unirse a sus pastores y organizarse para participar activamente en las diversas iniciativas a favor de la seguridad que programan las autoridades civiles en distintas áreas. Igualmente, les pido que se solidaricen con aquellas iniciativas que, a nivel diocesano, se implementarán para educar en los valores humanos, los derechos de la persona, la prevención de las adicciones y la promoción de la cultura de la vida, la legalidad y la denuncia. Sobre todo, estén dispuestos a formarse para ser eficaces agentes de pastoral para contribuir a las soluciones requeridas por cada uno de los problemas que nos aquejan en el ámbito social (cfr. JUAN PABLO II, Christifideles Laici, 3. 23. 36-38).
-Caminando junto con los Líderes, Instituciones y Autoridades-
Hoy también, amados hermanos Sacerdotes, Miembros de la Vida Consagrada y Agentes de Pastoral Laicos, la realidad sufriente de las familias de nuestro pueblo, que son víctimas de las múltiples consecuencias de la violencia y del narcotráfico, de los secuestros, crímenes y otras formas de vejación, nos interpela y nos llama a solidarizarnos, caminar y participar con ellas. Para eso, hemos de unirnos también a los Líderes y Gestores, Instituciones y Autoridades en los distintos ámbitos de nuestra sociedad, en su lucha contra la inseguridad, la violencia y la delincuencia.
C. Invitación a grupos específicos
1. A Hombres y Mujeres de buena voluntad
Permítanme dirigirme a ustedes los que abren su corazón, con buena voluntad y sincera solidaridad, para invitarlos a fortalecer los acuerdos en favor la seguridad integral. Esta colaboración solidaria tiene como objetivo, no la justificación de una religión o grupo religioso, ni mucho menos la defensa de una ideología o principios de un determinado partido político. Se trata de asumir el cuidado y respeto de la persona humana, es decir, de los hombres y mujeres de toda condición, que sufren las consecuencias de la violencia en cualquiera de sus modalidades, como acontece en diversos lugares del territorio mexiquense y de nuestro México.
Necesitamos buscar, unidos, el bien de todo el hombre y de todos los hombres, puesto que formamos una comunidad y estamos llamados a ser y comportarnos como la gran familia humana, la familia de los hijos de Dios
2. A las Familias.
La familia es la cuna de la vida, el amor, la libertad y los demás valores que garantizan la educación y la realización integral de la persona, su excelencia de vida y su convivencia social. Las familias afrontan el desafío de formar las generaciones venideras, que seguirán construyendo el mundo de los valores querido por Dios, destinado a la armonía, el desarrollo integral, el amor y la paz, o bien, generando el mundo del egoísmo y de la destrucción de la persona; el mundo de la cultura de la muerte, que terminará destruyéndose a sí mismo.
Desde el Plan de Dios, las relaciones entre los miembros de la comunidad familiar tienen su raíz y están inspiradas en la relación del Dios Uno y Trino, a cuya imagen todos fuimos creados. En la familia se forja la persona y aprende a vivir las relaciones con los demás. La persona, guiada por el ejemplo de quienes en el hogar, respetan y favorecen en todos y cada uno la dignidad personal, como único título de valor, aprende la acogida cordial, el encuentro con el otro, el diálogo, la disponibilidad, el servicio generoso y la solidaridad profunda con los demás, con la creación y con Dios (cfr. JUAN PABLO II, Familiaris Consortio, 43).
Como lugar privilegiado de la experiencia humana de comunión amorosa, la familia hace su primera aportación a la sociedad, revelando y comunicando los valores de un amor desinteresado y fiel. La familia se convierte así en escuela de humanización y de sociabilidad, ejemplo y estímulo para las relaciones sociales más amplias, en un clima de respeto, justicia, tolerancia y diálogo en un mundo globalizado (Id).
Actualmente, en algunas familias se percibe la ausencia de Dios, la indiferencia ante la fe y la crisis de valores radicalmente humanos. Esto origina todo tipo de libertinajes y desórdenes, contra la naturaleza de la familia y contra la sociedad humana.
Nosotros, Iglesia de Cristo, no podemos dejar la familia a la deriva; es necesario que potenciemos nuestro proceso de evangelización y que, con espíritu misionero, promovamos, con la fuerza del Evangelio, un cambio trascendente en ella; de otra manera, el mundo de la violencia e inseguridad no cambiará. La familia es la esperanza de personas mejores, responsables y solidarias, que conduzcan el mañana por el auténtico camino del bien y el progreso integral de nuestra sociedad.
3. A los Jóvenes
Dentro de sus familias, Ustedes Jóvenes, no defrauden las esperanzas que despiertan en los demás; tienen todo para formarse y ser capaces de cumplir generosamente su misión, en su paso por la tierra hacia la casa del Padre. En el próximo futuro, Ustedes serán la garantía de la armonía, la seguridad, la felicidad y la paz de nuestra comunidad nacional.
El Señor nos hizo para ser felices amando y siendo amados en familia, para llegar a la fuente de la felicidad y del amor que es Dios. Se engañan quienes, piensan que conseguirán ser felices en el placer, el poder, el prestigio social, o en la enajenación de las adicciones; se engañan quienes diseñan leyes y difunden anti-valores que atentan contra la vida o la integridad y autenticidad humana de la persona y la familia, con el pretexto erróneo del derecho y la libertad. De esta manera, las comunidades de nuestra amada Diócesis, como en una familia, aprenderán de nosotros, padres de familia y pastores, a educarse para el amor. Nuestro pueblo espera de nosotros, no sólo que lo amemos, sino que lo enseñemos a amar, con nuestro testimonio de comunión fraterna, según la forma de vida y comunión de amor que encarnaron las primeras comunidades cristianas (cfr. F. J. CHAVOLLA R. Saludo, Toma de posesión, 12. feb. 2004).
4. A los Jóvenes Seminaristas
Considero oportuno dirigirme también a Ustedes, jóvenes Seminaristas de nuestro amado Seminario de Toluca, ya que están buscando la mejor forma de responder al llamado de Cristo Pastor y que no son extraños a la problemática social que estamos padeciendo. Espero de Ustedes también una seria reflexión sobre esta realidad y su decidido compromiso para promover la educación que requerimos en estos momentos en orden a la promoción de las personas, grupos parroquiales, movimientos u organismos. En su servicio de apostolado, tengan en cuenta ayudar a las quienes tengan a su alcance. Colaboren, con dedicación apostólica, a su formación en los valore de la responsabilidad, la solidaridad y la participación. Capacítense para ser fieles trasmisores de los mismos y ejercítense en su vivencia, a partir de su experiencia de encuentro personal con Cristo Vivo.
5. A los encargados de la educación de la niñez y juventud.
Llamo fraternalmente a los Miembros del Magisterio en general, oficial o particular, como encargados responsables de la educación, a darse fielmente a la formación humana, intelectual y moral de nuestra niñez y juventud.
-“Vivir con Valores”-
El sistema oficial de educación en nuestro Estado de México, ha establecido el programa “Vivir con Valores”, que los capacita a Ustedes para ser promotores de una nueva cultura entre los niños, los jóvenes, los padres de familia y el mismo Magisterio. Es una empresa trascendente y vital que vendrá, sin duda, a mejorar la vida de la comunidad estatal, según se acepte seriamente.

-“La Alianza por la Calidad de la Educación”-
Desde la Secretaría de Educación Pública del Gobierno Federal (Subsecretaría de Educación Básica), ha establecido un Curso sobre las “Prioridades y Retos de la Educación”, donde resalta que la prevención de adicciones y de violencia es uno de los determinantes de la salud de los niñas, niños, adolescentes y jóvenes escolares; que es también una estrategia de formación continua para las y los docentes, coadyuvando a su profesionalización, con la seguridad de su participación en la “La Alianza por la Calidad de la Educación”.
La educación en los valores humanos de sus alumnos es fundamental; el ejemplo que les den con su vida es la mejor manera de educarlos integral y auténticamente. Este tipo de educación, ha de ser la forma concreta de contribuir a una cultura de la legalidad y defensa de la dignidad y de los derechos humanos.
Ustedes buscan para sus hijos y sus seres queridos los mejores maestros; sean esos mejores maestros para que todos los padres tengan seguridad en ustedes y les confíen, sin temor, la educación de sus hijos. Por eso, su capacitación y cualificación continua, humana y profesional; así como la garantía de su moral, su ética profesional y su vivencia de los valores, serán el cimiento de las convicciones, de los principios y, por consiguiente, de las conductas y la moral de sus alumnos.
-Congruencia y testimonio, la mejor pedagogía-
No olviden, que su congruencia y testimonio son la mejor pedagogía de la educación, que tiene como objetivo el sano desarrollo y vivencia de la libertad en relación con el auténtico amor. Bien saben que Ustedes llegan a lo más profundo de la persona y son factor decisivo en la formación y orientación de la conciencia o interioridad de los educandos. Por eso, el futuro del ser y de la conducta social de nuestra comunidad humana está dependiendo, en gran parte, de su labor magisterial.
6. A los Responsables de los Medios de Comunicación Social
Apreciados y respetables comunicadores, la realidad que vivimos les exige a Ustedes, por fidelidad a su profesión y respeto a la sociedad, informar sin mentir, con objetividad y verdad, dar contenidos sólidos que construyan a la persona, evitando lucrar con la noticia amarillista que suscita la sicosis de la tragedia, del crimen, del robo y de la muerte. Promuevan, les pido, el debate constructivo y público, que lleve a los gestores sociales a persuadirse de la necesidad de proceder, solidariamente y por amor a sus semejantes, de manera que puedan encontrar solución a la situación en que nos vemos envueltos.
Su valiosa vocación de comunicadores conlleva también la delicada tarea de ofrecer esperanzas y promover valores, a pesar de lo adverso. Hoy tienen la responsabilidad de invitar a la participación ciudadana, a la solidaridad y la cultura de la vida y de la legalidad. Trabajar por formar un México mejor, es su muy alta misión. Únanse en la búsqueda de la verdad, porque “la verdad nos hará libres” (Jn. 8, 32; cfr. Ef. 4, 15).
7. A los Empresarios
A los laicos empresarios, los exhorto a que cultiven, en sus empresas, la responsabilidad social, que promuevan las fuentes de trabajo. No olviden que la mejor manera que ustedes tienen para combatir los problemas que nos aquejan, está en que sean justos con sus trabajadores y respeten sus derechos inalienables.
Pido al Señor que bendiga a aquellos empresarios que, con responsabilidad social, se preocupan de ofrecer a sus trabajadores programas de superación humana integral. De igual modo a quienes se esfuerzan por crear mejores condiciones laborales para combatir la pobreza y desigualdad, que frecuentemente llegan a ser causa de violencia y delincuencia. Les aliento a seguir en este empeño, para bien de todos. Les pido fraternalmente que colaboren con generosidad en todas aquellas acciones de la Sociedad y el Gobierno, que buscan superar el problema de la inseguridad, originada por el narcotráfico y el crimen organizado.
8. A los Laicos en Instituciones de Seguridad
A los laicos que laboran en las Instituciones de Seguridad, les exhorto insistentemente a no claudicar ante a los problemas, riesgos y amenazas. La realidad exige a ustedes, hoy más que nunca, fidelidad a su trabajo y misión, testimoniando su identidad de católicos, para poder hacer presente el Reinado de Dios en las estructuras sociales, a fin de transformar aquellas que se oponen al plan divino. Poco podrá conseguirse sin la entregada participación de Ustedes.
9. A los Empresarios de los Centros de Entretenimiento, Deporte y Turismo.
Un aspecto relevante de la vida del hombre es el descanso, el turismo, el deporte y la diversión. Junto al trabajo, el tiempo libre también es para la persona posibilidad de realización personal y espacio de creatividad; en consecuencia, es un derecho que facilita la plena dignidad humana en la convivencia con los demás.
El tiempo dedicado al descanso, de ninguna manera puede ser excluido de la historia de amor de Dios, quien visita al hombre y lo hace partícipe de su gloria. En la práctica, el cristiano es invitado a vivir la acción de gracias por el don de la creación, en la que resplandece la belleza del Creador; por el don de la libertad que le hace posible ser solidario con sus hermanos y por el don del gozo, la fiesta y el descanso que favorecen la salud y el bienestar de su persona.
Desafortunadamente se dan efectos negativos que acompañan el desarrollo turístico; entre ellos está la explotación de las personas, la difusión de las patologías que ponen en peligro la salud. Las empresas del turismo y entretenimiento están en el riesgo del acoso por parte del narcotráfico y el crimen organizado. Otros riegos son la destrucción de la identidad cultural y de los recursos vitales.
En atención a esto, quiero exhortar a todos los empresarios y trabajadores de este sector, a que se unan para prevenir la inseguridad y el peligro de la narco dependencia. Superen el riesgo de hacerse cómplices de aquellos que denigran la dignidad de las personas y violan sus derechos.
10. A quienes se han desviado por el camino de la violencia, la corrupción y el crimen.
Asumiendo las palabras de mis hermanos Obispos de la Provincia de Durango, quiero exhortar a todas las personas involucradas en la violencia a que piensen bien y se decidan a abandonar el mal.
En la Iglesia católica hay un lugar para quienes vuelven al camino, como “hijos pródigos” al encuentro de su Padre Dios. Si, por cualquier circunstancia, participan en actividades vinculadas con el narcotráfico, el crimen, la corrupción y la violencia, les exhorto a que se arrepientan y cambien de vida: «Dios que es compasivo y misericordioso no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva». Dios perdona siempre, aunque el perdón no elimina la justicia.
11. A los Gobernantes y Servidores públicos
Con respeto y solidaridad me uno a ustedes en el compromiso tan importante de su amor a México, como lo muestran en su calidad de representantes y servidores del pueblo. Sin embrago, considero un deber invitarles a pensar y a tener en cuenta lo que los ciudadanos observan y manifiestan cuando descubren que la dinámica del Poder Legislativo, Judicial o Ejecutivo, con mucha frecuencia, no se orienta seriamente y con calidad, para el bien de México con el que se comprometieron al asumir su cargo. Afirman, y Ustedes lo saben, que en su proceder, prefieren aquella postura que les puede dar ventaja en el poder político o económico, aunque sea en detrimento de su Patria.
-los valores son antes que las normas-
En algunas circunstancias de mucha trascendencia para la vida y la integridad de la persona, por consiguiente de la sociedad, se han olvidado del significado e importancia de los valores humanos como tales y, por consiguiente, de que están por encima de la normatividad, puesto que los valores son antes que las normas.
-Lo que el Pueblo ve-
El Pueblo ve, en algunos gobernantes y servidores públicos, incongruencia respecto a su compromiso, falta de valores humanos, descuido y hasta inmoralidad en las formulaciones legales e, incluso, algunos abusos en una recta y justa administración de los bienes económicos. Constantemente se nota, para nuestra desgracia, que lo que predomina en la toma de decisiones es el interés individualista o de partido y no el interés por el bienestar y progreso de nuestro pueblo.
- Testigos laicos de su tiempo-
Pienso en Santo Tomás Moro, San Luis Rey y otros hombres de Iglesia que vivieron su fe en el ejercicio de la política, militaron en ella y demostraron, con su vida, que se puede ser, no sólo un buen político, sino un político heroico y Santo. Los héroes de nuestra nación mexicana nos enseñaron a todos, con el testimonio de su vida, a entregarnos por el bienestar del pueblo. Ellos ciertamente procederían como lo necesita México hoy.
- Compromiso de todos:
- unidos, liberar a nuestra Patria-
Considero que el momento que vivimos, requiere que todos, sin distinción de colores partidistas, de tendencias o convicciones ideológicas, de condiciones sociales o religiosas, sin contubernios, siempre nefastos, mucho más cuando son criminales, tomemos la decisión de vivir unidos y asumir el compromiso de liberar a nuestra comunidad nacional de la amenaza del crimen. Necesitamos sobreponernos a la inseguridad, la ignorancia, el desorden y la seudo-cultura de la muerte que nos ha ido invadiendo, como cáncer globalizado, en todos los tejidos sociales, estructurales, desde la raíz de la familia. Es responsabilidad de todos trabajar para tener un País saludable, próspero y en paz.
-Inseguridad ante la denuncia-
En consecuencia, es hora de arrancar de raíz el hecho y las actitudes que han engendrado la desconfianza y han provocado el miedo que impide muchas veces la denuncia. Con mucha frecuencia los ciudadanos temen ser delatados o extorsionados por la complicidad de los mismos que debieran custodiar su seguridad e integridad
Hay constantes amenazas contra personas y familias, pero no las denuncian por miedo. Muchos afirman que cualquier denuncia es conocida de inmediato por el opresor, criminal o extorsionador, con la consecuencia de muy graves e irreparables riesgos de la propia vida y de la familia. Por eso nos encontramos ante el desafío de capacitar y apoyar a los Cuerpos de Seguridad, para que actúen con la fidelidad, la valentía y la solidaridad que necesitamos de ellos, a fin de que no se sientan tentados a traicionar la causa del pueblo por otros intereses. Les invito encarecidamente a que promuevan en sus Instituciones aquellos cambios que les ayuden a recuperar el apoyo y la confianza de los ciudadanos.
-Cualificación de los servidores públicos-
Es necesario seguir implementando estrategias como el “examen de cualificación de los servidores públicos”, que devuelve la confianza a nuestro Pueblo y le da seguridad en las Instituciones, por la certeza de que actúan con lealtad y calidad. Es un deber ciudadano pedirles que no se resistan ni se opongan a todo aquello que pueda probar su personal honestidad y honradez, su capacidad y su compromiso fiel con nuestro pueblo.
- Reconocimiento a los servidores públicos-
Por otra parte, reconozco, alabo y bendigo a quienes con una verdadera vocación de servidores públicos, defienden, incluso con riesgo de su propia vida, los derechos de los demás. Oro por ustedes, para que no desfallezcan. Encomiendo a la misericordia de Dios a quienes han perecido en la defensa o protección de sus hermanos, cumpliendo su deber. El Señor premiará la ofrenda de su vida al servicio de nuestro pueblo.
D. Acuerdos a favor de la Seguridad
Insisto de nuevo que la alianza promovida por las Autoridades, nacionales y estatales en los Acuerdos por la Seguridad, nos comprometen a todos y nos dan la oportunidad de luchar por un País mejor, superando la inseguridad, la violencia, la delincuencia. Al mismo tiempo somos invitados a favorecer la legalidad de modo solidario y comprometido.
La solución a toda esta adversidad social, no es sólo responsabilidad de los Gobernantes, sino de todo mexicano. Es impostergable la tarea de impulsar la participación ciudadana y la clara conciencia de que nuestra seguridad depende de todos y que, independientemente del credo, partido o ideología de cada persona o grupo, es expresión de fraternidad humana.
E. La paz y la reconciliación, fruto del amor.
-¿Quién es el enemigo de la Paz?-
El enemigo de la paz y del desarrollo en nuestra Patria, está bien identificado: son aquellas personas que, con la misma dignidad y las mismas debilidades que nosotros, han tenido la desgracia de involucrarse en el crimen, el secuestro, la corrupción, el lavado de dinero, la violencia, la mentira, la explotación, el soborno, el tráfico de influencias y/o la venta de estupefacientes…
- Ni rencor, ni venganza, ni fatalismo, sino amor-
No nos dejemos vencer por el rencor, la venganza, ni por el fatalismo. Cristo es nuestra paz y nuestra esperanza. Después de la experiencia trágica de su muerte, las primeras palabras que consignan los Evangelios, pronunciadas por el Señor Resucitado, son: «La paz esté con Ustedes. No tengan miedo» (cfr. Jn. 20, 19).
La paz es la armonía saludable en todas las relaciones y dimensiones del hombre, consigo mismo, con los demás, con la creación y con Dios. La armonía con Él nos lleva a mirar nuestra armonía con los demás, amando como Él, amando en Él. Esa es la consigna: amar como Él nos ha amado. El amor es conversión, cambio de vida, perdón, reconciliación y encuentro en la justicia.
-Transformar nuestras relaciones,
pasando del egoísmo al amor-
Nosotros, la Iglesia Diocesana que peregrina hacia el Padre, estamos llamados a reflejar nuestra verdadera identidad y misión de discípulos y seguidores del Señor resucitado. Lo conseguiremos haciendo presente su amor en las relaciones que guardamos con los demás, en la vida cotidiana y en nuestras estructuras humanas temporales, cualquiera que sea su circunstancia. Tenemos el desafío y la tarea de transformar el conjunto de nuestras relaciones sociales egoístas y así cambiar aquellos aspectos marcados por el pecado personal, social y estructural, en nuestra realidad nacional, para transformarla de salvaje en humana y de humana en divina, mediante la vivencia de los valores evangélicos, como la fraternidad, la solidaridad, la verdad, la justicia, el amor y la paz (cfr. Lumen Gentium, 5).
-Evangelizar: revalorar y encarnar el amor-
Por consiguiente, el reto que el Señor nos presenta hoy, es revalorar y encarnar su amor evangelizador en el compromiso de la caridad fraterna, concretamente ante estas circunstancias que se manifiestan en la expresión que cada día se extiende más: la violencia (cfr. Gaudium et Spes, 3. 11)

IV.- NUESTRO COMPROMISO PASTORAL ESPECÍFICO,
COMO IGLESIA DIOCESANA
-¿Cuál es nuestra fuerza
ante nuestra realidad nacional?-
Con el fin de concretizar nuestra respuesta ante nuestra realidad social de violencia, crimen, corrupción e inseguridad, guiados por el Espíritu de Jesucristo, en cuanto Iglesia diocesana, no dejaré de insistir en la convocación a apasionarnos por el “mandato del amor” que nos llevará a la armonía y la paz.
Necesitamos responder con verdadera generosidad a nuestra vocación radical: “amar como Cristo”, con un amor de donación total, de caridad, conscientes de que Él nos ha restituido, con la fuerza del Espíritu Santo, la capacidad de amar al Padre y a todos nuestros hermanos, como Él nos ha amado (cfr. Jn. 15, 12-13).
A. Pastorales específicas

- Desde el servicio pastoral
- de mis colaboradores más cercanos-
Para contribuir con acciones concretas desde nuestra Iglesia Diocesana, pido a la Vicaría de Pastoral, al Equipo Base de la Diócesis y al Consejo de Vicarios, Decanos y Comisiones, que hagan de esta Exhortación Pastoral un motivo y un camino para impulsar una fe viva, manifiesta en acciones comprometidas y transformadoras de la realidad de nuestras comunidades. Sabemos bien que “por la evangelización, la Iglesia es construida y plasmada como comunidad de fe; más precisamente, una comunidad de fe confesada en la adhesión a la Palabra de Dios, celebrada en los sacramentos, vivida en la caridad como alma de la existencia moral cristiana” (JUAN PABLO II, Christifideles Laici. 33)
Espero, por consiguiente, que se responsabilicen de que esta Exhortación sea también, para los fieles de nuestra Diócesis, un documento de estudio y reflexión en el que encontremos la oportunidad de asumir criterios e iniciativas pastorales transversales, a tener en cuenta en todos nuestros planes de acción, de manera que, en un espíritu de comunión, den respuesta efectiva a esta emergencia social: ¡nuestra seguridad!
- Desde la Comisión Diocesana para la
- Formación permanente del Presbítero-
Encomiendo a la Comisión Diocesana para la Formación Permanente de los Presbíteros, que organice experiencias de estudio y de espiritualidad que lleven a mis amados hermanos en el sacerdocio ministerial, a profundizar en su identidad de pastores comprometidos con sus fieles. Para ello fundamenten en la Doctrina Social de la Iglesia y en la Pastoral Social, su respuesta comprometida ante la problemática social que vivimos.
-Desde la Comisión Diocesana para la Pastoral Social-
Confío a la Comisión Diocesana de Pastoral Social que, con un Equipo Eclesial asuma la tarea de:
1º. Asesorar a los Párrocos y a las Parroquias para que formen, en cada una, Equipos parroquiales animadores de Pastoral Social.
2º. Promover Cursos y Talleres de Doctrina Social de la Iglesia en las parroquias y en foros diversos, siempre en coordinación con la Vicaría Episcopal de la Pastoral Diocesana, el Equipo Base y la Comisión de Educación y Cultura.
3º. Formar a los Agentes de pastoral que difundan en las parroquias los Talleres sobre participación ciudadana, legalidad, derechos humanos, denuncia, valores y prevención de las adicciones. He pedido a un Equipo específico que colabore con la Comisión Diocesana de Pastoral Social en la elaboración de estos Talleres y cuidaré de su seguimiento.
4º- Preparar, incluso, un catecismo que promueva los referidos valores y que esté basado en la Doctrina

B. Institución de la Comisión Diocesana de Derechos Humanos
Con la finalidad de ofrecer a las personas que lo requieran, instituyo un organismo que promueva y defienda el respeto a su dignidad humana, que sea un puente de comunicación con las Autoridades en lo que mira a la búsqueda de soluciones ante la problemática de la inseguridad, lo mismo que una garantía de discreción en la denuncia responsable. A partir de hoy establezco la “Comisión Diocesana de Derechos Humanos” y pido a los responsables que se inspiren siempre en la Doctrina Social de la Iglesia, como expresión del espíritu del Evangelio.
C. Desde la Integralidad, Organicidad y Comunión de nuestras Comisiones Diocesanas
Oración, prioridad vital
A la Comisión Diocesana de la Pastoral Litúrgica, en colaboración con la Comisión Diocesana para la Formación Permanente de los Presbíteros le encomiendo la promoción constante de la oración en las distintas modalidades, motivando a las comunidades de la Diócesis y ofreciéndoles los recursos necesarios que necesite para hacer de ella la prioridad vital y necesaria para la eficacia de esta respuesta pastoral a las necesidades de quienes peregrinamos luchando por conseguir una Patria en la paz, la solidaridad, la fraternidad y el desarrollo integral.
Asimismo, preparen también algunas invocaciones que puedan insertarse en la Oración de los Fieles en cada Eucaristía.
- Catequesis y Campaña diocesanas-
Exhorto a todas las Comisiones diocesanas, en particular a la Comisión Diocesana de Pastoral Profética, para que tomen en cuenta los criterios de esta Exhortación en los programas de formación de sus Agentes, en los contenidos de la catequesis (para niños, adolescentes, jóvenes, adultos, familias, movimientos e instituciones eclesiales) y en los subsidios de la misión evangelizadora permanente en la Diócesis.
A la Comisión Diocesana de las Comunicaciones Sociales, le pido que programe y realice una “campaña” con el fin de favorecer la cultura de la legalidad, seguridad, práctica de la denuncia, la prevención de las adicciones, en orden a formar la conciencia sobre de los Derechos Humanos y los valores.
Las Catequesis y Campaña, deberán seguir los criterios de esta Exhortación, que serán la fuente de inspiración integral y transversal, que favorezca la organicidad y la comunión en nuestras tareas pastorales.
- - La Iglesia, como Cristo,
- promotora de la dignidad humana-
No olvidemos que, la Iglesia, fiel a Jesucristo, tiene el deber de valorar y defender la dignidad humana y contribuir a la renovación auténtica de la vida social (cf. JUAN PABLO II, Encíclica Centessimus Annus, 55).
Es importante que nuestro compromiso ante la situación que hemos considerado conjuntamente, en esta Exhortación Pastoral, brote de la experiencia de encuentro y seguimiento de Jesucristo y que logremos así superar la cultura de la muerte con la fuerza y la valentía que da el Espíritu Santo, a quienes se comprometen en el amor y en los demás valores del Evangelio. Así nos mantendremos en el espíritu y dinamismo de la Misión Diocesana Evangelizadora Permanente.
D. Oración por la paz y la seguridad.
A los grupos, Movimientos y Asociaciones que tienen en su carisma la oración; a las Comunidades de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, lo mismo que a la Comunidad Educativa de nuestro Seminario, les encomiendo se mantengan en constante intercesión por nuestra Patria y alcancen el don de Dios que necesitamos para caminar y conseguir el progreso y la armonía, por caminos de justicia y de paz.
Les recuerdo, que la oración es nuestra fuerza; la oración es la estrategia mejor para combatir el mal y conseguir la paz. Por eso es importante que todos nos unamos también para orar por la paz. Recordemos las palabras de Juan Pablo II al iniciar el año 2002: «que todos los días se eleve desde el corazón de cada creyente, de manera más intensa, la oración por todas las víctimas de la inseguridad y la violencia, por todas las víctimas del terrorismo, por sus familias afectadas trágicamente… Que no queden fuera de nuestra oración aquellos mismos que ofenden gravemente a Dios y al hombre con estos actos sin piedad; que les conceda recapacitar sobre sus acciones y darse cuenta del mal que ocasionan, de modo que se sientan impulsados a abandonar todo propósito de violencia y buscar el perdón”.
Exhorto a todos a mantener una oración confiada e insistente. Acudamos a la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe, la Dulce Madre que nos ha invitado: “¿No estoy aquí yo, que soy tu Madre? ¿Qué más necesitas?” Ella, misionera y forjadora de nuestra Patria, nos ha enseñado a crecer en el amor fraterno y no en la destrucción y el odio. Ella seguirá cumpliendo su vocación de Madre para protegernos en estos momentos de riesgos amenazantes.
Podemos acudir ahora a la ORACION ya anteriormente propuesta por Los Obispos de México, en un momento también difícil y riesgoso para la armonía y el respeto que requiere el pueblo mexicano:
“Oh Sagrado Corazón de Jesús, a ti encomendamos nuestra Patria en este momento de desconcierto; sumérgela en el mar de tu misericordia; ayúdanos a edificar en ella Tu Reinado de amor y de justicia, de misericordia, de paz y de perdón.
Y tú, amadísima Madre, María de Guadalupe, nuestra Señora de la reconciliación, escucha nuestra súplica: Te rogamos que nos ampares y nos des la seguridad que necesitamos como pueblo tuyo; guárdanos en el hueco de su manto, en el cruce de tus brazos; mantén nuestra Nación en la concordia, en la armonía que quieres para ésta tu familia, la que tú escogiste con el fin establecer tu morada entre nosotros.
Muéstrate nuestra Madre. Vuelve a ser, para nosotros, portadora de esperanza, como lo has hecho en los momentos difíciles de nuestra historia. Tú, la forjadora de nuestra Nación, que nos has enseñado a construir y a no destruir.
Tú, esperanza de nuestro pueblo, ayúdanos a vivir como hermanos, según el plan de tu Hijo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.”
Conclusión
Para concluir, hago llegar a Ustedes las sabias palabras, que nos ha regalado S.S. Juan Pablo II, el Venerable Pastor que todos recordamos, en su Carta Encíclica “Señor y Dador de Vida” (núm. 67):
“La Iglesia, con su corazón que abarca todos los corazones humanos, pide al Espíritu Santo la felicidad que sólo en Dios tiene la realización plena: la alegría que “nadie les podrá quitar” (cfr. Jun. 16, 22), la alegría que es fruto del amor y, por consiguiente, de Dios que es amor, pide “justicia, gozo y paz en el Espíritu Santo…”
La paz es fruto del amor… el camino de la paz, en definitiva, pasa a través del amor y tiende a crear la civilización del amor…
La Iglesia fija su mirada en aquel que es el amor del Padre y del Hijo y, a pesar de las crecientes amenazas, no deja de tener confianza, no deja de invocar y de servir a la paz del hombre sobre la tierra. Su confianza se funda en Aquel que, siendo Espíritu-Amor, es también el Espíritu de la paz y no deja de estar presente en nuestro mundo, en el horizonte de las conciencias y de los corazones, para llenar la tierra de amor y de paz.
Ante Él me arrodillo, al terminar estas consideraciones, implorando que, como Espíritu del Padre y del Hijo, nos conceda a todos, la bendición y la gracia que deseo transmitir en el nombre de la Santísima Trinidad, a los hijos y a las hijas de nuestra Iglesia y a toda la familia humana”.
Toluca de San José, 8 de diciembre de 2008, Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María.

+ Francisco Javier Chavolla Ramos
Obispo de Toluca
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CONTRAPORTADA:
Podemos acudir ahora a la ORACION ya anteriormente propuesta por Los Obispos de México, en un momento también difícil y riesgoso para la armonía y el respeto que requiere el pueblo mexicano. Les pido difundirla así:
Oh Sagrado Corazón de Jesús, a ti encomendamos nuestra patria en este momento de desconcierto; sumérgela en el mar de tu misericordia; ayúdanos a edificar en ella Tu Reino de amor y de justicia, de misericordia, de paz y de perdón.
Y tú, amadísima Madre, María de Guadalupe, Nuestra Señora de la reconciliación, escucha nuestra súplica: Te rogamos que nos ampares y nos des la seguridad que necesitamos como pueblo tuyo; guárdanos en el hueco de su manto, en el cruce de tus brazos; mantén nuestra nación en la concordia, en la armonía que quieres para esta tu familia, la que tú escogiste para establecer tu morada entre nosotros. Muéstrate nuestra Madre. Vuelve a ser, para nosotros, portadora de esperanza, como lo has hecho en los momentos difíciles de nuestra historia. Tú, la forjadora de nuestra nación, que nos has enseñado a construir y a no destruir. Tú, esperanza de nuestro pueblo, ayúdanos a vivir como hermanos, según el plan de tu Hijo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.


EXHORTACION PASTORAL
SOBRE NUESTRA SEGURIDAD PERSONAL,
SOCIAL E INSTITUCIONAL.

+ FRANCISCO JAVIER CHAVOLLA RAMOS
Obispo de Toluca

“Caín, Caín, ¿qué has hecho de tu hermano?”
“NUESTRA SEGURIDAD DEPENDE DE TODOS”
Toluca de San José, Edo. de Méx., diciembre 8 de 2008.