martes, 4 de marzo de 2008

Servir: Actitud básica del Liderazgo.

Muchas empresas en América Latina y en algunas partes del mundo especialmente las Pymes se caracterizan por una ausencia de liderazgo innovador, creativo, con conocimientos sólidos gerenciales, estrategas con capacidad para enfrentar los cambios y que manejen adecuadamente las emociones, los valores que este tiempo demanda, especialmente en un escenario turbulento, riesgoso, lleno de incertidumbres como el que actualmente afronta el país.

Muchos de sus Gerentes ocupan los cargos por ser propietarios, amigos de la familia, compadrazgo, sin determinar si realmente se tiene el líder gerencial que el tiempo presente demanda, en donde los retos, los cambios, las oportunidades, amenazas, deben ser enfrentados por líderes con vastos conocimientos, capaces de manejar y motivar suficientemente a los grupos de interés o ahora llamados steakholders en pro de alcanzar la productividad y de ofrecer la calidad que la competitividad exige.

En un interesante escrito sobre estos tópicos Alex Rovira, manifiesta, que liderar consiste paradójicamente en servir. Todo desarrollo, ya sea intelectual o personal, nace cuando nos adaptamos en el ejercicio del trabajo basado en la voluntad y la conciencia a las actuaciones de cambio y crisis que nos presenta la vida. Los valores y las emociones son la fuerza que da la autoridad a un líder. “No es nuestra oscuridad, si no, nuestra luz, lo que más nos atemoriza”, asegura Alex Rovira. La adaptación es pensar: ¿qué es lo que puedo hacer con lo que me queda? “Quien tiene algo a lo que amar o alguien a quien amar, cuenta con la energía necesaria para seguir”.

Rovira asegura, que lo importante, no es lo que nos sucede, si no, la actitud que tenemos ante lo que nos sucede. Liderar es el arte de influir sobre las personas para que trabajen con pasión, en la consecución de sus objetivos. “Las emociones mueven la realidad tanto en la vida como en los negocios”.

Un buen líder debe ser un ejemplo para sus seguidores, en donde sus valores jamás pueden ser mancillados, al contrario son su avales que garantizan confianza, seguridad, integridad, autoestima, respeto.

Debe obrar con buenas acciones, cumplir con la promesa de la palabra dada, con el logro de los objetivos establecidos , dentro de una atmósfera de democracia, participación, motivación, sin dejarse tentar de las ambiciones del pode , ni darle paso a preferencias individuales, debe ver a su equipo como un todo integrado, cohesivo.

El buen líder gerencial, con valores bien definidos y puestos en práctica, además de tener un conocimiento claro de si mismo, apoyado de un constante autoanálisis de día a día, está comprometido a transformar sus debilidades en fortalezas, corregir sus errores, planificar, no improvisar, evaluar la realidad del clima que ha generado, debe saber manejar adecuadamente las emociones de sus seguidores y la propia a fin de consolidar su liderazgo, sin hacer uso exagerado del poder, ni de la amenaza.

A todo ello, se debe agregar un aspecto que muchos líderes descuidan como es su formación académica, la necesidad de contar con los conocimientos necesarios que se requieren para actuar adecuadamente de acuerdo a los requerimientos que los escenarios del presente demandan. No puede permanecer marginado de los conocimientos que se manifiestan en el diario vivir y que son necesarios para dar paso a acciones planificadas, ordenas, no improvisadas, que permitan interpretar los cambios, generarlos y afrontar las amenazas, así como saber aprovechar las oportunidades.

Por último, está el que un buen líder no debe descuidar el manejo de las emociones de sus miembros, conducirlas de tal forma, que conlleven a resultados que beneficien a todos, que le den paso a clima armónicos, constructivo, dentro de una atmósfera de respeto, pertenencia, cohesividad.

Debe sorprenderse el líder como maneja sus emociones, sus sentimientos, cuál es la imagen que proyecta de acuerdo a ellos, aspecto, que muchos líderes en el presente han descuidado y deja mucho que decir de su comportamiento, de su imagen, de lo que se espera de él.

Algo más que el simple “ego”.

Otra visión del liderazgo nos dice que servir es ser movilizado naturalmente por un sentimiento que no proviene del ego sino de un nivel más profundo de nuestro ser que tiene en vista el bien común. Para saber si nuestra actitud es la del servidor, conviene preguntarnos qué nos está llevando a actuar en determinada forma o nos motiva a proceder de cierta manera.

El servicio por ser una actitud básica del liderazgo, nos permite comprender el sentido de libertad y de desapego. Como líderes, solo podemos ser éticamente correctos en la medida que seamos servidores. Para esto, es esencial conocer nuestras capacidades y aprender a adaptarlas a las necesidades que se presentan. Por ejemplo, si tengo un enorme talento para hablar y un amigo está atravesando una situación difícil, lo más seguro es que él necesite ser escuchado. En consecuencia, correrá por mi cuenta saber administrar mi potencia. Supongamos un caso más drástico: si en una comunidad mal alimentada yo insisto en canalizar recursos y energías para prácticas deportivas, porque ellas son mi especialidad, es evidente que tan solo estoy considerando mi realización personal. Imponer aquello para lo cual estoy dotado, me impide sincronizar con el verdadero servicio y compromete mi capacidad de líder. Igualmente, cierta situación, puede despertar en mí una habilidad escondida en los recovecos del alma. Revelando así el potencial eficiente respecto a esa acción, que siempre, cualquiera de ellas es un servicio, siempre que sea compasiva, es decir, que tenga una cualidad de conciencia en la cual nos sintamos unidos al otro. Hay ocasiones que el servir puede significar decir “no” “basta “ o algo semejante. Si vivimos una situación embarazosa con un hijo o con un compañero de trabajo, es necesario que no nos dejemos intimidar por el miedo de perder a asa persona o, al menos, que no tengamos la cómoda actitud de no querer lidiar con la dificultad. El servidor sabe llegar al límite, amorosamente, para que el potencial de otro se desarrolle.

Estaremos en actitud de servidor, siempre que sepamos movernos con sinceridad al crecimiento de todos los implicados en un proceso.

Autor: Jorge Espinosa
jespinosa@empresaresponsable.org