martes, 10 de noviembre de 2009

Propuesta para Fortalecer el crecimiento competitivo de México (IMEF)

Propuesta para fortalecer el crecimiento competitivo de México
Comité Técnico Nacional de Competitividad, Calidad y Tecnología de Información
Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas, A.C.
México. D.F. a 28 de octubre de 2009



México ha sufrido un largo periodo de casi 30 años de bajo crecimiento económico y caídas constantes en su productividad. Entre 1981 y 2009, el PIB ha crecido 2.2% promedio anual; insuficiente para satisfacer las necesidades de la población. ¡Cada año que el PIB crece por abajo del 5% generamos más pobres!
Entre otros problemas, este estancamiento es el resultado de políticas que restringen la demanda y que han sido muy ineficaces en estimular la oferta. Nuestros gobiernos han buscado afanosamente la estabilidad de precios, esperando que una vez lograda, el crecimiento reduzca la pobreza.
Después de tantas promesas incumplidas, es necesario un planteamiento diametralmente distinto. Existen estudios que demuestran que la desigualdad es una de las causas del bajo crecimiento de México (Guerrero, López-Calva y Walton, 2006) Sólo combatiendo la pobreza podremos salir de este largo periodo de estancamiento.
Para fortalecer nuestra competitividad es imprescindible estimular la demanda interna, elevando los ingresos y el poder de compra de los trabajadores, a través de acuerdos de compensación por resultados en las organizaciones del país.
La paga por resultados es el medio ideal para desatar el crecimiento productivo y combatir la desigualdad en el país, sin acelerar la inflación. El IMEF ha demostrado que las organizaciones que adoptan las mejores prácticas de compensación por resultados generan mayores rendimientos para sus inversionistas. En una palabra, adoptando estas prácticas todos ganamos, los trabajadores, los inversionistas y el país.
Si establecemos metas concretas de mejoras en las prestaciones y calidad de vida de los trabajadores, derivadas de aumentos de la productividad, podremos también lograr los consensos para llevar a cabo aquellas reformas estructurales, que exigen sacrificios del gobierno, los empresarios, los trabajadores y la población.
Por otro lado, la compensación por resultados exige una verdadera reforma empresarial; una de las reformas estructurales que requiere el país y que es frecuentemente olvidada. Para que los acuerdos de productividad tengan éxito se necesitan empresarios y trabajadores visionarios, innovadores, transparentes y comprometidos con el desarrollo del país.
Para lograr el crecimiento productivo de sus organizaciones, los empresarios deben de invertir no sólo en infraestructura sino también en:

• Innovación
• Capital humano y
• Tecnologías de información y comunicaciones (TIC).

Para alinear todos estos recursos y lograr las metas de crecimiento productivo, los empresarios deben adoptar otras de las prácticas que distinguen a las organizaciones más competitivas del mundo; la colaboración, la medición de resultados y la transparencia:

• Para que las metas se alcancen deben reflejar un balance de los intereses de la organización y ser abrazadas por todos (colaboración).
• Para que los resultados sean aceptados se deben implantar métodos confiables de medición, aceptados por los involucrados (medición de resultados).
• Para que los acuerdos de compensación por resultados sean viables, debe existir confianza en la organización; para ello, los empresarios deben adoptar las mejores prácticas de transparencia y rendición de cuentas (gobierno corporativo).

El gobierno debe por su parte, realizar las reformas estructurales que le corresponden, todas ellas buscan minimizar los riesgos y asegurar las mejores condiciones para los consumidores y los inversionistas. Por un lado, las condiciones básicas como la seguridad física y jurídica, la estabilidad macroeconómica, la infraestructura y la educación y por otro, las reglas para la competencia y el funcionamiento eficiente de los mercados.

El gobierno mexicano y las instituciones financieras nacionales e internacionales, podrían además financiar las primeras etapas de los acuerdos productivos para elevar las prestaciones de los trabajadores y apoyar las inversiones que se requieren en las primeras etapas, antes de que los resultados sean evidentes.
Sin duda, el gobierno tiene un gran papel que jugar para catalizar los acuerdos entre trabajadores y empresarios; pero son los empresarios y los trabajadores los que deben conducir la reforma empresarial que desate el crecimiento competitivo del país.

Contribución al decálogo del Lic. Calderón
El decálogo es una lista muy importante de compromisos que el presidente hace ante la sociedad, incluyendo la modernización y eficientización de las organizaciones públicas.

Llama la atención que no se haga énfasis en la simplificación y agilización del comercio exterior. Resulta inaceptable que las operaciones de importación y exportación sean afectadas por regulaciones y trámites gubernamentales. Es por ello que el IMEF recomienda el establecimiento de una ventanilla única para operaciones de comercio exterior, que agilice y reduzca dramáticamente su costo.
También es preocupante que el presidente en su decálogo, no convoque al sector privado a establecer compromisos, como los que hemos señalado en nuestra propuesta y que llamamos la reforma estructural empresarial. Nos hubiera gustado por ejemplo, que el punto siete, que abarca la reforma laboral se planteara con los compromisos que tienen que hacer, no sólo lo los trabajadores, sin también los empresarios para hacer que los acuerdos de productividad sean exitosos.

Conclusión
Nuestra propuesta pretende generar riqueza mejorando el poder adquisitivo de los trabajadores, a través de acuerdos de productividad y paga por resultados. Para que estos acuerdos tengan éxito se requiere una verdadera reforma empresarial, que exige la adopción de las prácticas que distinguen a las mejores organizaciones del mundo. El gobierno debe establecer por su parte, las condiciones para promover la inversión y asegurar la eficiencia de los mercados.

lunes, 5 de octubre de 2009

Historía de una auditoría

UN NUEVO CAMINO HACIA EL EXITO

Por: Alejandro Yáñez Estrada

Llegar a la dirección de la empresa era por si misma una opción interesante, pero hacer un cambio a la forma de trabajar era otra cosa. Por las noches o durante el día había un sueño que matizaba de manera especial sus días de arduo trabajo, era la posibilidad de extender de manera real el beneficio de la empresa hacia los trabajadores y muy particularmente hacia sus familias. Una cosa era pagar sueldos que además de justos contribuían a un mejor presente y a un mejor futuro, y otra era el cobijo que la empresa brindaba a los trabajadores a través de la capacitación y el entrenamiento, lo que daba al personal la sensación de sentirse dueños de su futuro, es decir de poder construirlo a base de su esfuerzo y del reconocimiento de éste por parte de los jefes.

El sueño que otros mexicanos tenían que perseguir en el extranjero, no tenía que perseguirse fuera de Sensient Colors. Alejandro Ballesteros, Director General de Sensient Colors tenía muy claro lo que deseaba para sus compañeros de empresa, y lo que la empresa podría lograr si conseguía la oportunidad de poner en práctica aquello que venía fraguando desde hace tiempo. Finalmente tomó la decisión de exponérselo a dos de sus más cercanos colaboradores, Jesús Castillo, Paty Velázquez e Isaura Jiménez, quienes no solo comprendieron de inmediato las intenciones de su jefe, sino que de alguna forma lo intuían también, aunque ahora lo veían más claramente.

Se dice que cuando deseas algo, el universo conspira en tu favor para lograr lo que buscas, y eso mismo ocurrió, la gente de Alejandro se enteró de una nueva asociación que brindaba apoyo en consultoría para que las empresas alcanzaran un nivel de desempeño óptimo, a través de las mejores prácticas de calidad humana y responsabilidad social empresarial. La asociación ofrecía una estrategia claramente definida que permitía de manera muy objetiva tener una estructura ordenada de trabajo para la mejora continua de una responsabilidad social congruente, creíble y de impacto. Y lo más importante, podía demostrar que al concentrar los esfuerzos directivos en el fortalecimiento de ciertas áreas, no solo se crecía en productividad sino que se obtenía una sinergía que daba como resultado el despegue anhelado en crecimiento, así como otros logros importantes como reducción de costos, disminución en la rotación de personal, mejora en las relaciones con los proveedores y lo más importante lealtad a toda prueba por parte de todo el personal.

El proceso empezó con un auto-diagnóstico que Alejandro Ballesteros hizo a través de la página en Internet de Empresa Responsable, AC y del cual recibió una evaluación a los pocos días, posteriormente se llevó a cabo una entrevista con el Director de la Asociación, quien le dio conocer a detalle los resultados alcanzados en otras empresas que ya habían obtenido su primer Certificado de Calidad Humana y Responsabilidad Social. Vino entonces la planeación de la estrategia, cómo se llevaría a cabo las auditorías, en que horarios, qué se necesitaba, tiempos, procedimientos y ruta crítica entre otras cosas.

Los jefes de Alejandro, es decir la Dirección Corporativa empezó a inquietarse por el tiempo y recursos que invertía su Director General para llevar a cabo dichos estudios, siendo éste la etapa más difícil, pues no podían entender que todo ello se tradujera en beneficio. Finalmente siguiendo su intuición lo dejaron seguir adelante, confiando en que sus logros obtenidos a lo largo de 10 años serían garantía de que sabía lo que hacia.
Así pues los resultados se empezaron a ver, y aunque ciertamente, no todos los logros que alcanzaba Sensient Colors se debían a la asesoría brindada por la asociación Empresa Responsable, pues el estilo de dirección de Alejandro Ballesteros se caracterizó siempre por una marcada vocación y espíritu de servicio con un auténtico interés por lo humano, cualidades que ya habían dado frutos diversos. Por ejemplo, había incrementado el promedio de escolaridad de sus 300 obreros, que era de 4º Grado de Educación Primaria a Preparatoria terminada. Nivel que está muy por encima de la media nacional. Pero reconoce que la mayor aportación de la asesoría brindada por la asociación Empresa Responsable, fue la de poder sistematizar los esfuerzos de la Compañía para lograr el desarrollo integral de su personal, así como apuntalar u ofrecer un nuevo liderazgo, impulsado desde su base y generado por una onda expansiva de entusiasmo y excelencia.

Ahora pretende llevar esta estrategia a sus más de ochenta proveedores y así fortalecer además de la empresa, a la sociedad en general, a través de una mejor y más productiva relación comercial, cuyo beneficio final será recibido por la sociedad misma en muy variadas formas: mejores productos, mejores precios, mejores servicios, mejores ciudadanos.

El LAE Alejandro Ballesteros hace un comentario final…la certificación sí implicó un esfuerzo adicional, pero la satisfacción de haber aportado un ingrediente más de éxito a sus colaboradores lo justifica, además los beneficios para la empresa seguirán llegando en cascada, pero advierte, si algún empresario desea alcanzar el éxito, mediante el mero empleo utilitarista de las estrategias ofrecidas por la asociación Empresa Responsable y no por un genuino interés por el ser humano y deseo de hacer el bien, no augura que se obtengan tan excelentes resultados.

lunes, 22 de junio de 2009

Las implicaciones de la fe para el empresario cristiano

Las implicaciones de la fe para el empresario cristiano
Retiro organizado por la Unión Social de Empresarios Cristianos de Chile


SANTIAGO DE CHILE, martes, 16 junio 2009 (ZENIT.org).- "La fe tiene consecuencias muy prácticas para la vida de un profesional, tanto a nivel personal como laboral".
Más de 60 personas asistieron al Santuario Campanario, el pasado 30 de mayo, donde se desarrolló, el retiro espiritual "El cristiano ante la adversidad: camino de crecimiento en libertad".

El retiro consistió en dos charlas, a las que siguieron la reflexión personal de los asistentes, en base a dos preguntas orientadas a aplicar los contenidos de las charlas a la vida concreta. Luego, una reflexión grupal en la que los asistentes pudieron compartir experiencias y entregar su testimonio respecto a los temas expuestos, dieron fin al encuentro.

La primera de las charlas, con el título "El Cristiano ante la adversidad: Testigo de la Esperanza", abordó las causas y alcances de la crisis económica, haciendo alusión al vacío espiritual que se aprecia hoy, que tiene profundas consecuencias en el comportamiento de las personas.

El conferenciante señaló que las crisis, no serían un paréntesis en la vida, sino más bien, "el estado natural en el que nos encontramos. No podemos vivir esperando que haya un
tiempo mejor, un período de paz y bonanza que posibilite que hagamos aquello que hemos querido pero que hemos estado postergando (...) ya que esta espera por mejores tiempos, es infructuosa y poco realista".

Por último, se refirió a las dificultades, como instancias que ayudan al hombre a incrementar su fe, las que amplían y completan su perspectiva.

"Para explicar la actual crisis, la mirada técnica es necesaria, pero parcial y debe ser complementada con una mirada más profunda desde la fe, desde las causas más profundas que yacen en el corazón del ser humano. La mirada espiritual o de fe, aporta el conocimiento del sentido último de las cosas. Sin sacarnos de la realidad concreta, sino que aportando mayor profundidad a su análisis. La fe tiene consecuencias muy prácticas para la vida de un profesional, tanto a nivel personal como laboral", subrayó.

En la segunda charla "¿Por qué no puede haber libertad sin verdad?" se realizó un recuento acerca de cómo la libertad es históricamente, el gran anhelo de la humanidad. La que a partir del período de la Ilustración, tomó la forma de un "desligarse" de la autoridad, la Iglesia, y las normas.

"Hoy ser libre es no tener ataduras de ningún tipo, lo que debilita los compromisos con todas las personas e instituciones con las que nos relacionamos. Esta definición de libertad, del hacer lo que me plazca, es absolutamente contraria a la libertad evangélica. Para la Iglesia, se trata más bien del fracaso o degradación de la libertad", expresó el conferenciante.

Basado en un texto escrito por Benedicto XVI, se refirió al hecho de que para el cristiano, ya desde san Pablo, la libertad se presenta como una paradoja. Ya que, basados en el ejemplo de Jesús, el ser verdaderamente libre, equivale a "hacerse el servidor" del prójimo.

"Soy más libre mientras más me ‘entrego' a los demás. Es evidente la contradicción con lo que hoy se concibe como libertad, incluso dentro del actual modelo económico. Y es que no somos seres absolutos, por lo que nuestra libertad no puede ser absoluta. Nuestro criterio, no puede transformarse en la medida de todas las cosas", señaló.

Compartiendo la frase del beato padre Alberto Hurtado: "Más vale gastarse que oxidarse", el conferenciante señaló que "la autodonación y la capacidad de servicio, sobre todo si se tiene una posición de privilegio, es aquello que llevará a la persona a sentirse poseedor de una libertad que nadie le puede arrebatar. Conocer la verdad de uno mismo, es condición para ser libres, lo que a su vez, es la condición para ser felices", concluyó.

martes, 26 de mayo de 2009

Discurso de Bendición de la Fábrica Cerámicas Kantu.

Discurso de Bendición de la Fábrica Cerámicas Kantu.

(P. Ángel Luis Lorente)


Por una visión cristiana de la Empresa.

¿La empresa es solamente un lucro o es un servicio?

Necesidad de un “Capital Moral”, expresado en la Responsabilidad social Corporativa, que valora la dignidad de la persona.


Permítanme saludar en primer lugar a todos los presentes y agradecer la invitación a este acto inaugural y de bendición. Agradecimiento, reconocimiento y felicitación que quiero personalizar de modo especial en el Sr. Luis Samanez Argumedo y su esposa la Sra. Ruth Cuzmar del Castillo y en la Sra. Erika Samanez Cuzmar y su esposo el Sr. Eric Velarde Otero. Felicitaciones por el éxito empresarial que vemos concretado hoy en la inauguración de esta fábrica; reconocimiento por la ardua tarea personal y familiar que hay detrás de este trabajo; y felicitación porque saben siempre reconocer que más allá de su esfuerzo humano está la mano y el designio de un Dios providente y la protección segura de esta patrona, Santa Rita, a quien lejos de venerar hoy como abogada de una causa perdida, la reconocemos artífice de esta causa lograda. También mi cariño y afecto para toda la familia: a la Sra. Mery, Samy, Willy, Ronald y Marta, Yesika y Juan (llegados desde Chile), Wila y Eric (desde EE.UU.), a Paola y a toda esa nueva generación que empieza a abrirse camino en la vida… a todos los amigos, a todos los presentes, especialmente a los que conforman esta gran “familia” humana que se llama “Cerámicas Kantu”.

Quiero empezar aclarando un breve concepto de empresa: ¿Qué es la empresa?

La Real Academia Española de la Lengua la define como una “entidad integrada por el capital y el trabajo, como factores de la producción, y dedicada a actividades industriales, mercantiles o de prestación de servicios, generalmente con fines lucrativos y la consiguiente responsabilidad”.

En esta definición a mi juicio hay una gran deficiencia. La empresa no está establecida en términos de los sujetos humanos que la integran (es decir, las personas humanas), que son los verdaderos actores sociales que participan en ella, es decir, los propietarios del capital y del trabajo o, dicho en otros términos, los empresarios y los trabajadores. En este sentido, la empresa no debe ser sólo un ente propiedad del empresario, sino una relación entre distintas personas que tienen algunos intereses comunes, y muchos intereses complementarios.

Según la Real Academia, los fines de la empresa serían: lucro y responsabilidad. En las definiciones tradicionales de Administración de Empresas y Economía, el fin es sólo el lucro, traducido como rentabilidad o ganancia. Sin embargo, puede entenderse que la responsabilidad implica reconocer también la existencia de metas distintas entre los actores que participan en la empresa. De ser así, éstas también podrían ser sus objetivos, la generación de empleo, la remuneración salarial, la seguridad laboral, la higiene y la dignidad en el trabajo, etc. Más aún, si se considera a la empresa como parte de su entorno económico, social y ambiental, sus fines podrían ser la contribución a la sostenibilidad ambiental y social, el arraigo territorial, el apoyo a la calidad y a la mejora de las condiciones de operación de sus clientes y proveedores, el rechazo a prácticas de competencia desleales, etcétera.

En cualquier caso, y sin detrimento de todos estos fines que son buenos en sí, ni el lucro o la rentabilidad, ni la responsabilidad laboral, ni el cuidado medio-ambiental, ni la competitividad corporativa nos dan la felicidad. Todos ellos son fines de una empresa saludable, pero la “Felicidad” es el fin mismo de la vida del hombre en la tierra. Y creo que no sería necesario explicar aquí que no vivimos para trabajar, sino que siempre trabajaremos para vivir, y vivimos para ser felices, luego estamos llamados a encontrar la felicidad también en el trabajo.

Y aquí surge la pregunta central de este discurso: Si esto es así, ¿qué hacer para subordinar los objetivos empresariales, –el lucro y la responsabilidad– a la Felicidad? Alguien entre ustedes quizás se la plantea de modo más simple: “¿soy feliz en mi trabajo?”

Esto es algo de lo que yo les puedo hablar, pero también algo que Lucho y Erika, junto con sus familias, hoy nos van a mostrar. La necesidad de incorporar una ética –todo ese conglomerado de valores y virtudes– a la empresa. La convicción de que somos en todos nuestros actos, y precisamente a través de ellos colaboradores en el plan creacional de Dios; que estamos al servicio de la humanidad; que la Fe, la Esperanza y el Amor están por encima de cualquier otro fin económico…; en definitiva que el “capital moral” (es decir: la excelencia del carácter, la posesión y práctica de las virtudes, la integridad personal), es más importante para el éxito de una empresa que el capital humano, intelectual, social o patrimonial.

Soy muy consciente, como lo son ustedes, de que en la práctica contemporánea existe una relación de desconfianza, cuando no un divorcio, entre el universo de la ética y el mundo empresarial, que puede tener su fundamento en alguna de las siguientes consideraciones:

1.- los negocios pertenecen a un mundo donde es preciso olvidarse de la ética, porque el negocio tiene sus propias reglas;

2.- La tarea de la empresa consiste en maximizar los beneficios (dinero, prestigio, poder) y, por consiguiente, como en la guerra, cualquier medio es válido y queda justificado si conduce al fin deseado, porque no hay valor superior que el de los resultados (utilitarismo).

3.- La ética tiene lugar en cuanto se alimenta a unos mínimos que coinciden con el cumplimiento de la legalidad y la sujeción a las leyes del mercado (lealtad a la conciencia personal y cumplimiento de la legalidad vigente) (Legalismo relativista).

Pero la empresa no se puede reducir a una institución económica. Y el objetivo de rentabilidad no puede opacar su realidad trascendente, en cuanto que toda actividad humana (el trabajo) es constructor de humanidad y camino de Redención. Esto es algo de lo que vamos a aprender esta tarde desde el testimonio vivo de quienes han hecho posible este proyecto, que Dios ya ha bendecido y que pedimos siga bendiciendo siempre.

Para no dilatar mucho el discurso y dejar que sean los mismos anfitriones quienes nos permitan vivenciar esta rica experiencia, simplemente quiero terminar enumerando un decálogo para el empresario católico, ideario para la empresa solidaria y activa que privilegia la dignidad de la persona humana en su integridad y promueve la Responsabilidad Social.

1.- Aceptamos la existencia y el valor trascendente de una Ética Empresarial, a cuyos imperativos sometemos todas nuestras motivaciones, intereses, actividades y cada una de nuestras decisiones.

2.- Estamos convencidos de que la empresa, más allá de su función económica productora de bienes y servicios, tiene una función social que se realiza a través de la promoción de los que en ella trabajan y de la comunidad en la cual debe integrarse. En el desempeño de esta función encontramos uno de los más nobles estímulos a nuestra autorrealización.

3.- Juzgamos que la empresa es un servicio a la comunidad, debiendo estar abierta a todos los que desean dar a sus capacidades y a sus potencialidades un destino social y creador, pues consideramos obsoleta y anacrónica la concepción puramente individualista de la empresa.

4.- Consideramos las utilidades como un índice de que una empresa es técnica, económica y financieramente sana y como la justa remuneración del esfuerzo, de la creatividad y de los riesgos asumidos. Repudiando pues la idea de las utilidades como la única razón de la actividad empresarial.

5.- Comprendemos como un compromiso ético las exigencias que, en nombre del bien común, son impuestas a la empresa especialmente por la legislación fiscal y por el derecho laboral.

6.- Tenemos la convicción de que nuestra actividad empresarial debe contribuir al desarrollo humano integral y la promoción del hombre y la mujer desde un trabajo digno y estable que permita a cada uno ser protagonista de su propio desarrollo y artífice de su propia historia.

7.- Consideramos colaboradores nuestros a todos los que trabajan con nosotros, en cualquier nivel de la estructura empresarial. Respetamos en todos, sin discriminación, en su dignidad esencial de personas humanas; queremos motivarlos a una adhesión responsable a los objetivos del bien común despertando sus potencialidades y llevándolos a participar cada vez más de la vida de la empresa.

8.- Consideramos como importante objetivo de la empresa, elevar constantemente los niveles de su productividad, siempre acompañada por el crecimiento paralelo de la parte que por imperativo de la justicia social, corresponde a los asalariados.

9.- Nos comprometemos a dar a todos nuestros colaboradores las condiciones de trabajo, de calificación profesional, de seguridad personal, laboral y familiar, de modo que la vida en la empresa sea para todos un factor de plena realización como personas humanas.

10.- Proponemos, por último, –aunque sin pretender agotar una enumeración que podría ser ilimitada–, que el trabajo, todo trabajo, sea testimonio de la dignidad del hombre, de su dominio sobre la creación. Sea ocasión de desarrollo de la propia personalidad. Sea vínculo de unión con los demás seres, y fuente de recursos para sostener a la propia familia; medio de contribuir a la mejora de la sociedad, en la que se vive, y al progreso de toda la Humanidad.

Para un cristiano –y nosotros lo somos–, todas estas perspectivas se alargan y se amplían. Porque el trabajo aparece como participación en la obra creadora de Dios y porque, además, al haber sido asumido por Cristo, el trabajo se nos presenta como realidad redimida y redentora: como medio y camino de santidad, como realidad santificable y santificadora. Para el cristiano cualquier trabajo honrado realizado con perfección y rectitud, ya sea importante o humilde a los ojos de los hombres, es siempre ocasión de dar gloria a Dios y de servir a los demás.

Se trata de santificar el mundo desde dentro. Cristo no nos pide un poco de santidad, sino mucha santidad. Quiere, sin embargo, que la alcancemos, no con acciones extraordinarias, sino a través de las acciones corrientes; es el modo de realizarlas el que no debe ser común. En la calle, en la oficina, en la fábrica, nos santificamos, con tal de que desarrollemos con competencia nuestros deberes, por amor a Dios y con alegría, de modo que el trabajo no sea la "tragedia de cada mañana", sino la "sonrisa cotidiana".

Así lo vivió siempre Santa Rita de Casia, como mujer, como esposa, como madre, y como religiosa. A ella dedicamos hoy esta nueva fábrica implorando su protección permanente al tiempo que procedemos a pedir la bendición de Dios para estas instalaciones y todos los aquí presentes.

¡Queridos hermanos, Lucho, Erika y todos los presentes, santifiquen el mundo desde dentro!

Discurso de Bendición de la Fábrica Cerámicas Kantu.

Discurso de Bendición de la Fábrica Cerámicas Kantu.

(P. Ángel Luis Lorente)


Por una visión cristiana de la Empresa.

¿La empresa es solamente un lucro o es un servicio?

Necesidad de un “Capital Moral”, expresado en la Responsabilidad social Corporativa, que valora la dignidad de la persona.


Permítanme saludar en primer lugar a todos los presentes y agradecer la invitación a este acto inaugural y de bendición. Agradecimiento, reconocimiento y felicitación que quiero personalizar de modo especial en el Sr. Luis Samanez Argumedo y su esposa la Sra. Ruth Cuzmar del Castillo y en la Sra. Erika Samanez Cuzmar y su esposo el Sr. Eric Velarde Otero. Felicitaciones por el éxito empresarial que vemos concretado hoy en la inauguración de esta fábrica; reconocimiento por la ardua tarea personal y familiar que hay detrás de este trabajo; y felicitación porque saben siempre reconocer que más allá de su esfuerzo humano está la mano y el designio de un Dios providente y la protección segura de esta patrona, Santa Rita, a quien lejos de venerar hoy como abogada de una causa perdida, la reconocemos artífice de esta causa lograda. También mi cariño y afecto para toda la familia: a la Sra. Mery, Samy, Willy, Ronald y Marta, Yesika y Juan (llegados desde Chile), Wila y Eric (desde EE.UU.), a Paola y a toda esa nueva generación que empieza a abrirse camino en la vida… a todos los amigos, a todos los presentes, especialmente a los que conforman esta gran “familia” humana que se llama “Cerámicas Kantu”.

Quiero empezar aclarando un breve concepto de empresa: ¿Qué es la empresa?

La Real Academia Española de la Lengua la define como una “entidad integrada por el capital y el trabajo, como factores de la producción, y dedicada a actividades industriales, mercantiles o de prestación de servicios, generalmente con fines lucrativos y la consiguiente responsabilidad”.

En esta definición a mi juicio hay una gran deficiencia. La empresa no está establecida en términos de los sujetos humanos que la integran (es decir, las personas humanas), que son los verdaderos actores sociales que participan en ella, es decir, los propietarios del capital y del trabajo o, dicho en otros términos, los empresarios y los trabajadores. En este sentido, la empresa no debe ser sólo un ente propiedad del empresario, sino una relación entre distintas personas que tienen algunos intereses comunes, y muchos intereses complementarios.

Según la Real Academia, los fines de la empresa serían: lucro y responsabilidad. En las definiciones tradicionales de Administración de Empresas y Economía, el fin es sólo el lucro, traducido como rentabilidad o ganancia. Sin embargo, puede entenderse que la responsabilidad implica reconocer también la existencia de metas distintas entre los actores que participan en la empresa. De ser así, éstas también podrían ser sus objetivos, la generación de empleo, la remuneración salarial, la seguridad laboral, la higiene y la dignidad en el trabajo, etc. Más aún, si se considera a la empresa como parte de su entorno económico, social y ambiental, sus fines podrían ser la contribución a la sostenibilidad ambiental y social, el arraigo territorial, el apoyo a la calidad y a la mejora de las condiciones de operación de sus clientes y proveedores, el rechazo a prácticas de competencia desleales, etcétera.

En cualquier caso, y sin detrimento de todos estos fines que son buenos en sí, ni el lucro o la rentabilidad, ni la responsabilidad laboral, ni el cuidado medio-ambiental, ni la competitividad corporativa nos dan la felicidad. Todos ellos son fines de una empresa saludable, pero la “Felicidad” es el fin mismo de la vida del hombre en la tierra. Y creo que no sería necesario explicar aquí que no vivimos para trabajar, sino que siempre trabajaremos para vivir, y vivimos para ser felices, luego estamos llamados a encontrar la felicidad también en el trabajo.

Y aquí surge la pregunta central de este discurso: Si esto es así, ¿qué hacer para subordinar los objetivos empresariales, –el lucro y la responsabilidad– a la Felicidad? Alguien entre ustedes quizás se la plantea de modo más simple: “¿soy feliz en mi trabajo?”

Esto es algo de lo que yo les puedo hablar, pero también algo que Lucho y Erika, junto con sus familias, hoy nos van a mostrar. La necesidad de incorporar una ética –todo ese conglomerado de valores y virtudes– a la empresa. La convicción de que somos en todos nuestros actos, y precisamente a través de ellos colaboradores en el plan creacional de Dios; que estamos al servicio de la humanidad; que la Fe, la Esperanza y el Amor están por encima de cualquier otro fin económico…; en definitiva que el “capital moral” (es decir: la excelencia del carácter, la posesión y práctica de las virtudes, la integridad personal), es más importante para el éxito de una empresa que el capital humano, intelectual, social o patrimonial.

Soy muy consciente, como lo son ustedes, de que en la práctica contemporánea existe una relación de desconfianza, cuando no un divorcio, entre el universo de la ética y el mundo empresarial, que puede tener su fundamento en alguna de las siguientes consideraciones:

1.- los negocios pertenecen a un mundo donde es preciso olvidarse de la ética, porque el negocio tiene sus propias reglas;

2.- La tarea de la empresa consiste en maximizar los beneficios (dinero, prestigio, poder) y, por consiguiente, como en la guerra, cualquier medio es válido y queda justificado si conduce al fin deseado, porque no hay valor superior que el de los resultados (utilitarismo).

3.- La ética tiene lugar en cuanto se alimenta a unos mínimos que coinciden con el cumplimiento de la legalidad y la sujeción a las leyes del mercado (lealtad a la conciencia personal y cumplimiento de la legalidad vigente) (Legalismo relativista).

Pero la empresa no se puede reducir a una institución económica. Y el objetivo de rentabilidad no puede opacar su realidad trascendente, en cuanto que toda actividad humana (el trabajo) es constructor de humanidad y camino de Redención. Esto es algo de lo que vamos a aprender esta tarde desde el testimonio vivo de quienes han hecho posible este proyecto, que Dios ya ha bendecido y que pedimos siga bendiciendo siempre.

Para no dilatar mucho el discurso y dejar que sean los mismos anfitriones quienes nos permitan vivenciar esta rica experiencia, simplemente quiero terminar enumerando un decálogo para el empresario católico, ideario para la empresa solidaria y activa que privilegia la dignidad de la persona humana en su integridad y promueve la Responsabilidad Social.

1.- Aceptamos la existencia y el valor trascendente de una Ética Empresarial, a cuyos imperativos sometemos todas nuestras motivaciones, intereses, actividades y cada una de nuestras decisiones.

2.- Estamos convencidos de que la empresa, más allá de su función económica productora de bienes y servicios, tiene una función social que se realiza a través de la promoción de los que en ella trabajan y de la comunidad en la cual debe integrarse. En el desempeño de esta función encontramos uno de los más nobles estímulos a nuestra autorrealización.

3.- Juzgamos que la empresa es un servicio a la comunidad, debiendo estar abierta a todos los que desean dar a sus capacidades y a sus potencialidades un destino social y creador, pues consideramos obsoleta y anacrónica la concepción puramente individualista de la empresa.

4.- Consideramos las utilidades como un índice de que una empresa es técnica, económica y financieramente sana y como la justa remuneración del esfuerzo, de la creatividad y de los riesgos asumidos. Repudiando pues la idea de las utilidades como la única razón de la actividad empresarial.

5.- Comprendemos como un compromiso ético las exigencias que, en nombre del bien común, son impuestas a la empresa especialmente por la legislación fiscal y por el derecho laboral.

6.- Tenemos la convicción de que nuestra actividad empresarial debe contribuir al desarrollo humano integral y la promoción del hombre y la mujer desde un trabajo digno y estable que permita a cada uno ser protagonista de su propio desarrollo y artífice de su propia historia.

7.- Consideramos colaboradores nuestros a todos los que trabajan con nosotros, en cualquier nivel de la estructura empresarial. Respetamos en todos, sin discriminación, en su dignidad esencial de personas humanas; queremos motivarlos a una adhesión responsable a los objetivos del bien común despertando sus potencialidades y llevándolos a participar cada vez más de la vida de la empresa.

8.- Consideramos como importante objetivo de la empresa, elevar constantemente los niveles de su productividad, siempre acompañada por el crecimiento paralelo de la parte que por imperativo de la justicia social, corresponde a los asalariados.

9.- Nos comprometemos a dar a todos nuestros colaboradores las condiciones de trabajo, de calificación profesional, de seguridad personal, laboral y familiar, de modo que la vida en la empresa sea para todos un factor de plena realización como personas humanas.

10.- Proponemos, por último, –aunque sin pretender agotar una enumeración que podría ser ilimitada–, que el trabajo, todo trabajo, sea testimonio de la dignidad del hombre, de su dominio sobre la creación. Sea ocasión de desarrollo de la propia personalidad. Sea vínculo de unión con los demás seres, y fuente de recursos para sostener a la propia familia; medio de contribuir a la mejora de la sociedad, en la que se vive, y al progreso de toda la Humanidad.

Para un cristiano –y nosotros lo somos–, todas estas perspectivas se alargan y se amplían. Porque el trabajo aparece como participación en la obra creadora de Dios y porque, además, al haber sido asumido por Cristo, el trabajo se nos presenta como realidad redimida y redentora: como medio y camino de santidad, como realidad santificable y santificadora. Para el cristiano cualquier trabajo honrado realizado con perfección y rectitud, ya sea importante o humilde a los ojos de los hombres, es siempre ocasión de dar gloria a Dios y de servir a los demás.

Se trata de santificar el mundo desde dentro. Cristo no nos pide un poco de santidad, sino mucha santidad. Quiere, sin embargo, que la alcancemos, no con acciones extraordinarias, sino a través de las acciones corrientes; es el modo de realizarlas el que no debe ser común. En la calle, en la oficina, en la fábrica, nos santificamos, con tal de que desarrollemos con competencia nuestros deberes, por amor a Dios y con alegría, de modo que el trabajo no sea la "tragedia de cada mañana", sino la "sonrisa cotidiana".

Así lo vivió siempre Santa Rita de Casia, como mujer, como esposa, como madre, y como religiosa. A ella dedicamos hoy esta nueva fábrica implorando su protección permanente al tiempo que procedemos a pedir la bendición de Dios para estas instalaciones y todos los aquí presentes.

¡Queridos hermanos, Lucho, Erika y todos los presentes, santifiquen el mundo desde dentro!

lunes, 4 de mayo de 2009

La dignidad de la persona humana y los derechos humanos, un punto de encuentro entre la Doctrina de la Iglesia y la sociedad contemporánea.

Extracto de la conferencia del papa Benedicto XVI en la 15a sesión plenaria de la Academia Pontificia para las Ciencias Sociales. 5 de mayo de 2009.


Las grandes religiones y filosofías del mundo han iluminado varios aspectos de los derechos humanos, que están concisamente expresados en "la regla de oro" que encontramos en el Evangelio: "Lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente" (Lucas 6,31; cf. Mt 7,12). La Iglesia siempre ha afirmado que los derechos fundamentales, por encima y más allá de las diferentes formas en que han sido formulados y los diferentes grados de importancia que hayan tenido en los diversos contextos culturales, deben ser mantenidos y concedido el reconocimiento universal porque son inherentes a la naturaleza misma del hombre, que ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Si todos los seres humanos han sido creados a imagen y semejanza de Dios, comparten en consecuencia una naturaleza común que los une y que reclama el respeto universal. La Iglesia, asimilando la enseñanza de Cristo, considera a la persona como "lo más digno de la naturaleza" (S. Tomás de Aquino, De potentia, 9, 3) y ha enseñado que el orden ético y político que gobierna las relaciones entre las personas encuentra su origen en la propia estructura del ser humano. El descubrimiento de América y el consiguiente debate antropológico en los siglos XVI y XVII llevaron a Europa a una mayor conciencia sobre los derechos humanos como tal, y de su universalidad. La época moderna ayudó a dar forma a la idea de que el mensaje de Cristo -porque éste proclama que Dios ama a todo hombre y mujer y que todo ser humano está llamado a amar a Dios libremente- demuestra que todos, independientemente de su condición social y cultural, por naturaleza merecen la libertad. Al mismo tiempo, debemos recordar siempre que "la libertad misma necesita ser liberada. Es Cristo quien la hace libre" (Veritatis Splendor, 86).
A mitad del siglo pasado, tras el gran sufrimiento causado por las dos terribles guerras mundiales y por los indecibles crímenes perpetrados por las ideologías totalitarias, la comunidad internacional adoptó un nuevo sistema de leyes internacionales basado en los derechos humanos. En éste, parece haber actuado en conformidad con el mensaje que mi predecesor Benedicto XV proclamó cuando llamó a los beligerantes en la Primera Guerra Mundial a "transformar la fuerza material de las armas en fuerza moral de la ley" ("Mensaje a los líderes de los Pueblos Beligerantes", 1 de agosto de 1917).
Los Derechos Humanos se convirtieron en el punto de referencia de un ethos universal compartido - por lo menos a nivel de aspiración- para la mayor parte de la humanidad. Estos derechos han sido ratificados por prácticamente todos los Estados del mundo. El Concilio Vaticano II, en la Declaración Dignitatis Humanae, así como mis predecesores Pablo VI y Juan Pablo II, se refirieron fuertemente al derecho a la vida y a los derechos de libertad de conciencia y religión como el centro de esos derechos que brotan de la propia naturaleza humana.
Estrictamente hablando, estos derechos humanos no son verdades de fe, a pesar de que pueden descubrirse - e incluso iluminarse plenamente - en el mensaje de Cristo que "revela el hombre al propio hombre" (Gaudium et Spes, 22). Éstos reciben una confirmación ulterior desde la fe. Con todo, está claro a la razón que, viviendo y actuando en el mundo físico como seres espirituales, hombres y mujeres perciben la presencia de un logos que les permite distinguir no sólo entre lo verdadero y lo falso, sino también entre el bien y el mal, entre lo mejor y lo peor, entre la justicia y la injusticia. Esta capacidad de discernir -esta actuación radical- hace a toda persona capaz de aprehender la "ley natural", que no es otra cosa que una participación en la ley eterna: "unde...lex naturalis nihil aliud est quam participatio legis aeternae in rationali creatura" (S. Tomás Aquino, ST I-II, 91, 2). La ley natural es una guía universal reconocible por todos, sobre la base de que todo el mundo puede comprender y amar recíprocamente a los demás. Los Derechos Humanos, por tanto, están en última instancia enraizados en una participación de Dios, que ha creado a cada ser humano con inteligencia y libertad. Si esta sólida base ética y política se ignora, los derechos humanos se debilitan ya que han sido privados de sus fundamentos.
La acción de la Iglesia en la promoción de los derechos humanos se apoya por tanto en la reflexión racional, como una forma en que estos derechos pueden ser presentados a toda persona de buena voluntad, independientemente de la afiliación religiosa que pueda tener. Sin embargo, como he observado en mis encíclicas, por un lado, la razón humana debe ser constantemente purificada por la fe, en la medida en que está siempre en peligro de una cierta ceguera ética causada por las pasiones desordenadas y el pecado; y, por otra parte, en la medida en que los derechos humanos necesitan ser reapropiados de nuevo por cada generación y por cada individuo, y en la medida en que la libertad humana - que progresa a través de la sucesión de elecciones libres- siempre es frágil, la persona humana necesita el amor y la esperanza incondicionales que sólo pueden encontrarse en Dios y que llevan a participar en la justicia y la generosidad de Dios a los demás (cf. Deus Caritas Est, 18, y Spe Salvi, 24).
Esta perspectiva dirige la atención hacia uno de los más críticos problemas sociales de las décadas recientes, como es la conciencia creciente -que ha surgido en parte con la globalización y a presente crisis económica- de un flagrante contraste entre la atribución equitativa de los derechos y el acceso desigual a los medios para lograr esos derechos. Para los cristianos que con regularidad pedimos a Dios que "nos de el pan de cada día", es una tragedia vergonzosa que una quinta parte de la humanidad pase hambre. Asegurar una adecuada aportación de alimento, así como la protección de recursos vitales como el agua y la energía, requiere que todos los líderes internacionales colaboren mostrando su disposición a trabajar de buena fe, respetar la ley natural y promover la solidaridad y la subsidiariedad con las regiones y pueblos más débiles del planeta, como estrategia más eficaz para eliminar las desigualdades sociales entre países y sociedades y para aumentar seguridad global.

jueves, 30 de abril de 2009

Diseño de puestos de trabajo

Si los ingenieros pudieran pensar en la gente como si fueran robots, les darían a hacer trabajo más humano. - Howard Rosenbrock, Profesor Emérito de Ingeniería de Control, Instituto de Ciencia y Tecnología, Universidad de Manchester.

En su artículo, “Los ingenieros y el Trabajo que la Gente Hace”, Howard Rosenbrock describe un posible problema de diseño relacionado con la mecanización de una tarea en una fábrica de focos. La tarea implica levantar una pequeña pieza de alambre y colocarla dentro de una bobina. Para mecanizar esta tarea, un ingeniero podría intentar diseñar un aparato, pero puesto que el diseño y la manufactura de esa máquina son relativamente caros, otro ingeniero podría sugerir en cambo el uso de un robot relativamente barato. Si los ingenieros decidieran usar el robot, tratarían de reorganizar el proceso de producción para aprovecharlo más eficaz y ampliamente, asignándole tareas en el proceso de producción. Su sentido de la práctica del buen diseño se vería ofendido si las capacidades de un aparato altamente avanzado no se utilizaran tan completamente como fuera posible.

En aguijón en esta historia es que, antes de su mecanización, la tarea sencilla de la que habamos era realizada por un ser humano. Cada cuatro y medio segundos, usando pinzas, una mujer seleccionaba la pieza de alambre de una caja con piezas de longitud a la medida y la colocaba en la bobina de un foco. La paradoja aquí es impresionante: los ingenieros se preocupan por hacer más eficiente el uso del robot al mecanizar esta tarea, pero no sienten la una necesidad semejante de hacer mejor uso de los talentos, destrezas y habilidades disponibles del trabajador humano.

martes, 10 de marzo de 2009

La RSE Hoy...tiene defectos de nacimiento.

La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) hoy se ha puesto de moda sin embargo sigue sin convencer. Posiblemente porque no ha logrado modificar el modelo empresarial en el cual se buscan únicamente ganancias o se buscan los bienes excelentes del desarrollo humano integral (DHI) sólo como instrumentos para incrementar las ganancias de las empresas.

Hacer dinero es ciertamente una parte importante de los motivos por los que hacemos negocios y trabajamos, pero no lo es todo: No podemos ser indiferentes al mundo del trabajo porque éste tiene el poder de transformarnos. Como en todos los casos del actuar humano, la interacción con los demás nos va moldeando y transformando en lo que somos. Más aún en el trabajo. ¿En que nos estaríamos transformando si trabajáramos todos los días en una empresa que en el fondo sólo se preocupara por las ganancias?

Como el ambiente de mercado competitivo en el que vivimos garantiza que la búsqueda de las ganancias sea casi siempre urgente, la atención a los bienes excelentes del DHI debe ser deliberada y permanente. Conviene pues que las empresas cuenten con un sistema que garantice el desarrollo de la RSE a partir de la promoción del DHI de su personal . Esto permitirá que las empresas contribuyan al mejoramiento de la sociedad y que sean de verdad socialmente responsables. Si la RSE no comienza por el personal de la empresa y por la promoción de su desarrollo hay enormes posibilidades de que se piense que sólo se esta usando para fines materialistas o utilitaristas y en verdad nadie se convencería de la responsabilidad social de la empresa, menos aún los que en ella trabajan.

La RSE hoy tiene un par de defectos de nacimiento porque por un lado se le relaciona con la Filantropía, o como la evolución de la filantropía, que tiende a realizarse directamente y exclusivamente por las fundaciones de las grandes empresas o por gente que ha sido muy exitosa en los negocios. Esto impide que los programas de responsabilidad social como el cuidado del medio ambiente o la ayuda a la comunidad se diseñen y ejecuten con la participación del personal de las empresas, quitándoles una gran oportunidad de desarrollarse y realizarse como personas más allá de lo material. Esto frena el fortalecimiento de las empresas en lo humano y por lo tanto en su rentabilidad.
Por otro lado la RSE hoy surge como el brazo social del desarrollo sustentable que atiende principalmente temas relacionados con el cuidado del medio ambiente y la conservación de la energía. El desarrollo sustentable es una iniciativa muy valiosa pero queda incompleta o inconclusa en lo social. Para que la RSE sea congruente, creíble y que de verdad contribuya al éxito de las empresas debe tener como origen y fin a las personas y a su desarrollo.

Ciertamente, las empresas no son responsables de todo el DHI de su gente, al final esto es responsabilidad de cada quien. Sin embargo debido a que cuentan con la colaboración de personal durante gran parte del día, son responsables al menos de no ser un obstáculo para su desarrollo y la forma más segura de no serlo (y en muchos casos la única) es promoviéndolo.


Sistema de Gestión de Calidad Humana y Responsabilidad Social


La asociación civil Empresa Responsable desarrolló con un grupo de expertos un sistema de gestión que cumple con todo lo necesario para hacer empresas más humanas, y por consiguiente socialmente responsables. Es un sistema que promueve el bien común organizacional y que puede mejorar la productividad y ventas de la empresa. Por otro lado, la empresa certificada forma parte de un grupo selecto de empresas preocupadas por el aspecto humano en las organizaciones de la sociedad.

Este sistema tiene el potencial de modificar una cultura y las empresas son quienes mejor que nadie pueden impulsar este cambio. Es responsabilidad de todos, pero las empresas como protagonistas de nuestra sociedad tienen un papel principal.

Si quieres información sobre el Sistema de Gestión de Calidad Humana y Responsabilidad Social y del certificado CRESE llámanos.
Teléfono: 01-722-3851242.
Correo: direccion@empresaresponsable.org

jueves, 12 de febrero de 2009

Reseña de la entrega de Certificado CRESE a Pastas Cora SA de CV

Con la presencia de Don Eduardo Monroy Cárdenas, presidente de Grupo La Moderna, se llevó a cabo la entrega del Reconocimiento CRESE (Certificado de Responsabilidad Social Empresarial) en las instalaciones de Pastas Cora SA de CV, el pasado viernes 23 de enero. “Hemos tratado de formar, no una empresa, sino una familia llena de amor y fraternidad impregnada en el grupo”. Don Eduardo felicitó a quienes hicieron lo posible para merecer el certificado y exhortó a que “día con día se trate al personal con ese sentido humano de lealtad y de respeto, como filosofía diaria”, dijo sentirse orgulloso de dicho reconocimiento e indicó que “eventos como éste motivan a los empresarios a seguir siendo cada vez mejores”

Al tiempo que, el presidente del Consejo Consultivo de Empresa Responsable AC, Lic. Ricardo Padilla Castillo explicaba que para ser acreedor de un certificado CRESE es necesario sujetarse a una rigurosa evaluación científica y administrativamente muy depurada, indicó que Pastas Cora obtuvo 86 puntos de 100, “siendo cien la perfección”. Expresó que Don Eduardo ha sido una inspiración para todos e informó que CRESE nació hace tres años inspirada en la Doctrina Social de la Iglesia “inspiración que viene de lo alto y que se ha hecho a través de los años y la oración”.

Padilla Castillo expuso que por la naturaleza de su origen y sus principios el certificado CRESE “no es una herramienta más de mercadotecnia, el certificado va más allá de la responsabilidad social, se trata de que la empresa reconozca la altísima dignidad humana en cada persona, que promueva la solidaridad y el bien común como las directrices fundamentales”. Puntualizó que dicho certificado “debe ser un importante vector potencial de comportamientos y conductas formativas en un ambiente privilegiado donde los valores humanos y trascendentes puedan ser adquiridos y vividos”. El Certificado de Responsabilidad Social Empresarial es una gestión de calidad humana, en el que accionistas, socios, empleados, obreros y trabajadores encuentran la posibilidad de desarrollarse de forma integral.

Por su parte, el director de Pastas Cora, Ing. Abraham Pesado Gómez explicó que con dicho Reconocimiento, uno de los retos más importantes que tienen como grupo es “hacer una empresa con espíritu de calidad humana y responsabilidad social, sobre todo porque no se habla de máquinas o activos sino de una corriente que invita a adoptar una nueva filosofía de administración fundada en las buenas practicas morales y la fe cristiana en la cual la base es el capital humano y su entorno social”. Reiteró su compromiso de ser cuidadoso con esta nueva forma de administración y agradeció a sus colaboradores, la contadora Lucero Tinoco López, el licenciado Jaime Ambríz Cortes y a Erica Esparza Esquivel, quienes hicieron posible que el Consejo Consultivo de Empresa Responsable AC, autorizara el certificado CRESE para Pastas Cora SA de CV con categoría de SOBRESALIENTE.

Posterior a la entrega del certificado, se presentó un video de los orígenes de la pasta y previo al brindis, se entregaron presentes por parte de La Moderna a los invitados, entre los que destacaron Monseñor Enrique Reyna Carrillo, Ricardo Padilla, presidente del consejo consulivo de Empresa Responsable, Luis Eduardo Olivera, socio director de Empresa Responsable, Guillermo Arroyo, director de postgrados de la Universidad Panamericana, Salvador Rojas, Rotario y ex presiente del centro bancario de Toluca, Jorge Espinosa, Director del Servidor de Metepec, y Marco Antonio Macín, presidente de México es Nuestro Compromiso AC todos ellos miembros del consejo consultivo de Empresa Responsable

martes, 10 de febrero de 2009

MÁS ALLÁ DE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL

En la asociación Empresa Responsable reconocemos que es difícil agregar algo más a lo que algunas empresas ya están haciendo en términos de Responsabilidad Social, pero vemos con preocupación que a pesar de eso y de que últimamente se habla mucho de derechos humanos, solidaridad, tolerancia, diálogo con stake-holders y también de responsabilidad social el mundo se sigue des-humanizando.

Las empresas como protagonistas de nuestra sociedad juegan uno de los papeles más importantes en la determinación del destino de nuestra sociedad, por esa razón nos dimos a la tarea de desarrollar un Sistema de Gestión de Calidad Humana y Responsabilidad Social para ofrecer una herramienta que pueda ir fortaleciéndolas, haciéndolas más humanas y más rentables.

Se incluyeron temas como:

1. El balance entre el trabajo y el capital,
2. El pago de prestaciones familiares,
3. La contratación efectiva de personal discapacitado,
4. La capacitación integral del personal,
5. El compromiso del personal con el éxito de las empresas y de la empresa con el éxito de su personal,
6. La congruencia entre las prácticas cotidianas de las empresas y el respeto a la dignidad de las personas, entre otros temas.

Este sistema convertirá a las empresas en “tierra fértil” para que todos sus esfuerzos de ventas, ahorros y productividad den mejores resultados y tendrán mayores posibilidades de sobrevivir en tiempos difíciles con el apoyo de sus principales grupos de interés como son su personal, clientes y proveedores.

Al implementar con éxito el sistema de gestión la asociación les hará entrega del certificado CRESE. Este certificado se da a las empresas que cumplen con el 50% de los requisitos (revisados por auditor externo para garantizar la imparcialidad del modelo), tiene una calificación que depende de la cantidad de requisitos cumplidos, tiene una duración de un año a partir de la fecha de entrega y se puede ir renovando anualmente.

Los beneficios son muchos, principalmente:

1. Mayor credibilidad de los clientes hacia la empresa (COMPROBADO).
2. Mayor productividad y ventas (COMPROBADO).
3. Solidez y permanencia de la empresa (COMPROBADO).
4. Seguridad y Tranquilidad para directivos de la empresa de contar con un sistema que hará que las relaciones de su personal con todos sus grupos de interés se manejen con mayor calidad (COMPROBADO).
5. Apoyo en la difusión de sus prácticas de calidad humana y responsabilidad social (COMPROBADO).
6. La satisfacción de saber que se están haciendo bien las cosas correctas (COMPROBADO).


Empresa Responsable le ofrece su ayuda y acompañamiento para:

1. Implementar el Sistema de Gestión de Calidad Humana y Responsabilidad Social.
2. Conseguir el certificado CRESE.
3. Conseguir los beneficios mencionados arriba.

¡Te invitamos a implementar este sistema y a certificar tu empresa! ¡Todos te necesitamos!

Ponemos a su alcance el conocimiento y la experiencia de personas y organizaciones expertas en este tema.

Sinceramente, agradecemos su interés y valioso tiempo.

Atentamente,
Luis E. Olivera
Socio Director
Empresa Responsable AC
www.empresaresponsable.org

miércoles, 7 de enero de 2009

SOBRIEDAD Y SOLIDARIDAD

VER
Empezamos el nuevo año con graves desajustes en la economía mundial, que de una u otra forma nos afectan, por el sistema globalizado en que nos movemos. Muchas empresas han despedido trabajadores y el desempleo avanza en forma despiadada. No será posible alcanzar el crecimiento económico previsto. La migración no se detiene. Los negocios ilícitos, la corrupción y la violencia organizada parecen irrefrenables.

Por otra parte, el derroche de algunas personas en las fiestas navideñas contradice la queja generalizada de que no alcanza el dinero. Los gastos en comidas y bebidas, vacaciones y regalos, son una ofensa para tantos pobres que nada de esto pueden disfrutar. El exceso de celulares, más de 80 millones en nuestro país, es una contradicción con la pobreza que decimos sufrir. Pareciera que no hay crisis.

El egoísmo de las grandes potencias económicas, personales y asociadas, que olvidan y explotan a los países y grupos marginados, es una infamia a la humanidad.

JUZGAR
Acaba de decir el Papa Benedicto XVI: "No hay sombra, por más tenebrosa que sea, capaz de oscurecer la luz de Cristo. Por este motivo, en los creyentes en Cristo no desfallece nunca la esperanza, y tampoco hoy, ante la gran crisis social y económica en que se encuentra sumida la humanidad… Lo que nos da ánimos y orienta nuestra actividad, tanto en los momentos buenos como en los malos, es la gran esperanza fundada en las promesas de Dios" (6 enero 2009).

En su homilía de Año Nuevo, nos habló de dos clases de pobrezas: “Por una parte, la pobreza elegida y propuesta por Jesús; por otra, la pobreza que hay que combatir para hacer al mundo más justo y solidario. El nacimiento de Jesús en Belén nos revela que Dios eligió la pobreza para sí mismo en su venida en medio de nosotros. Pero hay una pobreza, una indigencia, que Dios no quiere y que hay que combatir; una pobreza que impide a las personas y a las familias vivir según su dignidad; una pobreza que ofende a la justicia y a la igualdad y que, como tal, amenaza la convivencia pacífica. En esta acepción negativa entran también las formas de pobreza no material que se encuentran incluso en las sociedades ricas o desarrolladas: marginación, miseria relacional, moral y espiritual

La actual crisis económica global debe verse en este sentido como un banco de pruebas: ¿Estamos dispuestos a hacer juntos una revisión profunda del modelo de desarrollo dominante, para corregirlo de forma concertada y a largo plazo? Para combatir la pobreza inicua, es necesario redescubrir la sobriedad y la solidaridad, como valores evangélicos y al mismo tiempo universales. No se puede combatir eficazmente la miseria, si no se intenta "hacer igualdad", reduciendo el desnivel entre quien derrocha lo superfluo y quien no tiene siquiera lo necesario. Esto comporta elecciones de justicia y de sobriedad”.

ACTUAR
Estamos invitados a redescubrir la sobriedad, que significa educarnos para un estilo de vida sobrio, evitar gastos innecesarios y no complacer todos nuestros gustos. No acceder a cuanto piden los niños, sino que aprendan el valor de lo sencillo y no desperdicien la comida. No exigir ir sistemáticamente a restaurantes, ni recorrer todos los nuevos centros de diversión, sino disfrutar en casa y en familia lo ordinario. Quien derrocha, corre el riesgo de quedarse sin nada. Hay que administrar y ahorrar. La austeridad es base de prosperidad.

Se nos invita también a redescubrir la solidaridad; es decir, pensar en los demás, en sus derechos y necesidades; compartir entre nosotros mismos, con los pobres más cercanos. Habría que revisar cuánto gastan los partidos y los gobernantes en publicidad, regalos, relaciones públicas, viajes suntuosos, sobre todo en tiempos de campañas electorales, habiendo tantos jornaleros, campesinos e indígenas con graves carencias para sobrevivir. Urge impulsar medidas macroeconómicas que protejan a los más desvalidos Se pide solidaridad a los dueños de capitales, a los organismos y centros financieros, para generar un nuevo sistema económico mundial. El egoísmo nos destruye y desestabiliza.


+ Felipe Arizmendi Esquivel
http://www.diocesisancristobal.com.mx