La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) es un tema de actualidad. No pocas instituciones en el mundo han desarrollado ya sus propios manuales, guías, metodologías y todas compiten por ganar la aceptación del empresario y del público en general.
Hasta ahora, prácticamente todos los exponentes de la RSE utilizan los mismos criterios básicos. Podemos decir que se encuentran en un océano rojo [1] donde prevalece la competencia de unos contra otros por conseguir a las mismas empresas para certificarlas o darles consultoría.
Se plantea el compromiso de la empresa con todos los grupos de interés como son los empleados, proveedores, clientes, accionistas, comunidad y el medio ambiente; algunos también incluyen al gobierno, competidores y a otros grupos de interés secundarios. Los fundamentos se encuentran en el Pacto Global[2], Protocolo de Kyoto[3], la Declaración Universal de los Derechos Humanos[4], el Global Reporting Initiative[5] y otros criterios o estándares internacionales no menos importantes.
Por último, gran parte del debate se centra en si la RSE debe certificarse o no. La ISO ha determinado que su norma 26000 (la ISO de RSE que saldrá en el año 2010) no será certificable. En la misma línea esta la Norma Mexicana, publicada en el 2004, y así muchos de los grupos relacionados con la RSE consideran que solo se debe dar una directriz.
Por supuesto que unos exponentes tienen más éxito que otros, sobre todo cuando están avalados por organismos reconocidos. Sin embargo, la propuesta es básicamente la misma: Se propone al empresario un compromiso más allá de lo legal con todos sus públicos de interés y se apartan de la filantropía distinguiéndose de las fundaciones que ayudan a la comunidad externa a la empresa pues se dice que la RSE empieza en casa.
Nadie se quiere quedar fuera. Inclusive se ha visto que el término “empresa socialmente responsable” lo adoptan ya las empresas como slogan publicitario sin haber siquiera conocido, no digamos cumplido, con los requisitos que establecen las organizaciones que a esto se dedican.
Queda claro, que existe un riesgo de que la RSE se vuelva ligera y comercial hasta el punto que no se tome en serio y no sea más que una careta, forma sin fondo, mercadotecnia social.
Ante este panorama surge la duda sobre el futuro que le depara a la RSE y también la pregunta sobre si debiera existir una autoridad en esta materia y más aún, ¿Quién pudiera ser una autoridad válida?: ¿Es la ONU la más indicada? ¿Las universidades? ¿El gobierno? ¿El mercado? ¿La Iglesia? ¿La propia conciencia?
La propuesta de Empresa Responsable
Empresa Responsable AC (ERAC) ofrece una metodología basada exclusivamente en las directrices dadas por la doctrina social de la Iglesia (DSI)[6]. Sí tiene coincidencias con las demás metodologías porque la DSI por su universalidad también es fuente de inspiración para todas las demás organizaciones, sin embargo, en ERAC, la DSI es la única fuente de información.
La DSI da directrices basadas en el conocimiento del ser humano tal como Dios en la persona de Jesucristo nos lo dio a conocer, lo cual la convierte en una categoría aparte, siempre actual y adecuada a las exigencias de nuestro tiempo. La doctrina social de la iglesia católica, no puede ser considerada como una vía adicional o como una tercera vía, para resolver los problemas de justicia social, ya que su objetivo es cuidar que se respete la dignidad de la persona, basada en el profundo conocimiento que le han dado más de de veinte siglos de estudiar y profundizar en la antropología, permitiéndole ser una experta en humanidad. Por esta razón no ofrece una solución técnica, ya que ésta corresponde a otra ciencia, exigiendo sólo respeto a la persona y su dignidad.
ERAC ha puesto el dedo en la llaga con una guía sencilla, exigente pero totalmente viable, prueba de ello es que ya se esta implementando en las primeras empresas como en Grupo La Moderna, Tiendas Garcés y La Galería del Chocolate. Pero tal vez lo más importante es que se le permite a las empresas actuar con libertad en un proceso congruente y de mejora continua de su propia responsabilidad social.
La propuesta de ERAC logrará que haya empresas más rentables pero también que los empresarios estén contentos y satisfechos en su labor como empresarios y como personas porque se hacen solidarios con la gente, respetando su dignidad y aumentando el bien común.
En el debate sobre si se debe certificar la RSE, la propuesta de ERAC es la siguiente: “Lo que realmente importa es que la empresa inicie un proceso congruente de mejora continua de su propia responsabilidad social. El reconocimiento o la certificación es solo un signo visible de que existe un proceso interno de RSE. Pero este signo visible es necesario debido a que permite a todos los grupos de interés y en especial a los clientes de la empresa, conocer lo que la empresa está haciendo. Al final, serán las mismas empresas y sus públicos de interés los que den validez a la certificación o reconocimiento que se otorgue y ellos serán sin duda la autoridad en la materia”.
Autor: Luis E. Olivera Mtz. de Castro
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[1] La Estrategia del Océano Azul, W. Chan Kim, Renée Mauborgne, Harvard Business School Press, Grupo Editorial Norma.
[2] El Pacto Global (Global Compact) es un instrumento de las Naciones Unidas (ONU) que fue anunciado por el secretario general de las Naciones Unidas Kofi Annan en el Foro Económico Mundial (Foro de Davos) en su reunión anual de 1999. Su fin es promover el diálogo social para la creación de una ciudadanía corporativa global, que permita conciliar los intereses de las empresas, con los valores y demandas de la sociedad civil, los proyectos de la ONU, sindicatos y Organizaciones no gubernamentales (OGNs), sobre la base de 10 principios en áreas relacionadas con los derechos humanos, el trabajo, el medio ambiente y la corrupción. El Pacto Global se inserta en la lista de iniciativas orientadas a prestar atención a la dimensión social de la globalización. Al presentarlo Kofi Annan manifestó que la intención del Pacto Global es "dar una cara humana al mercado global".
[3] El Protocolo de Kioto sobre el cambio climático es un acuerdo internacional que tiene por objeto reducir las emisiones de seis gases provocadores del calentamiento global: dióxido de carbono (CO2), gas metano (CH4) y óxido nitroso (N2O), además de tres gases industriales fluorados: Hidrofluorocarbonos (HFC), Perfluorocarbonos (PFC) y Hexafluoruro de azufre (SF6), en un porcentaje aproximado de un 5%, dentro del periodo que va desde el año 2008 al 2012, en comparación a las emisiones al año 1990.
[4] La Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) es una declaración adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su Resolución 217 A (III), de 10 de diciembre de 1948 en Paris y que recoge los derechos humanos considerados básicos.
[5] El Global Reporting Initiative (GRI) es una institución independiente en la que participan diversas partes interesadas o grupos de interés (stakeholders) y cuya misión es elaborar y difundir la Guía para la Elaboración de Memorias de Sostenibilidad, un informe contable opcional sobre sostenibilidad.
[6] La Doctrina Social de la Iglesia (también Doctrina Social Cristiana) es un conjunto de normas y principios referentes a la realidad social, política y económica de la humanidad basado en el Evangelio y en el Magisterio de la Iglesia Católica. La doctrina social, además de dirigirse de forma primaria y específica a los hijos de la Iglesia, tiene un destino universal. La luz del Evangelio, que la doctrina social refleja sobre la sociedad, ilumina a todos los hombres: todas las conciencias e inteligencias son capaces de captar la profundidad humana de los significados y de los valores expresados en esta doctrina, así como la carga de humanidad y humanización de sus normas de acción.